El presidente Sebastián Piñera afirmó este domingo que no descarta volver a declarar el estado de emergencia en Chile y sacar a los militares a las calles si en marzo recrudece la violencia tal como ocurrió el 18 de octubre cuando comenzó la crisis social.
«Si yo estimara que nuevamente es necesario establecer un estado de emergencia para proteger el orden público, para proteger a mis compatriotas, lo vamos a hacer», dijo Piñera en una entrevista en el programa Estado Nacional del canal estatal tvn.
La noche del 18 de octubre, día en el que estalló la revuelta social con violentas protestas, saqueos e incendios en el comercio, Piñera decretó estado de emergencia en Santiago y sacó a los militares a las calles. La medida se extendió a otras ciudades y fue cancelada 10 días después.
La crisis social comenzó tras fuertes protestas por el alza de la tarifa del metro de la capital chilena y decantó en una serie de demandas sociales y fuertes manifestaciones que tras cuatro meses se han saldado con 31 civiles muertos, dos fallecidos bajo custodia del Estado, y otras cuatro víctimas por acción de agentes del Estado, según cifras de la Fiscalía Nacional.
Si bien entre enero y febrero la violencia de las protestas ha disminuido, las autoridades temen que los disturbios recrudezcan en marzo, para cuando ya se han anunciado en redes sociales nuevas manifestaciones a partir del lunes.
«Si alguien cree que yo tengo un complejo o que no quiero utilizar la fuerza, dentro de la ley y el Estado de derecho, está profundamente equivocado», aseveró el mandatario.
Sobre Piñera pesa su imposibilidad de superar las protestas que reclaman profundas reformas sociales y la as que ha enfrentado con una serie de medidas consideradas en su mayoría insuficientes para superar la crisis.
Con un apoyo popular por los suelos, el mandatario soporta el repudio a su figura con fuertes cánticos y gritos que comenzaron en las protestas y se han extendido a las graderías de partidos de fútbol y eventos musicales como el festival de Viña del Mar, donde, incluso, le han exigido su renuncia y lo han llamado «asesino», comparándolo con Augusto Pinochet, bajo cuya dictadura (1973-1990) murieron cerca de 3 mil personas.
«Me causa mucho dolor, mucha pena. Me parece que es una acusación muy injusta. Como presidente tengo algo claro que es el respeto a los derechos humanos y a la vida, eso es algo sagrado», dijo Piñera.
En medio de una aguda polarización política, los chilenos decidirán el 26 de abril en un plebiscito si se redacta una nueva Constitución que reemplace a la actual, heredada de la dictadura de Pinochet, una de las más sentidas demandas de las protestas sociales.