Incansable explorador del lenguaje, el austriaco Peter Handke, que este jueves ganó el premio Nobel de Literatura 2019, es un escritor prolífico que ha luchado contra las convenciones y generado notables polémicas, sobre todo por sus opiniones proserbias.
¿El Nobel de Literatura? «Habría que suprimirlo por fin. Es una falsa canonización» que «no aporta nada al lector», le gustaba afirmar al escritor de 76 años, de figura elegante, cabello cano peinado hacia atrás y mirada penetrante tras sus finas gafas.
En el mundo editorial, muchos pensaban que el premio nunca le llegaría, pese a que su obra sea reconocida mundialmente, por su compromiso durante la guerra en la ex-Yugoslavia.
De origen esloveno por parte de madre, el escritor nació el 6 de diciembre de 1942 en Carintia (sur de Austria) y, durante la guerra, fue de los pocos intelectuales abiertamente proserbios.
En otoño de 1995, unos meses después de la matanza de Srebrenica, viajó a Serbia y dio cuenta de sus impresiones de viaje en un libro controvertido, «Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save Morava y Drina o justicia para Serbia».
En 1999, devuelve un prestigioso galardón alemán, el premio Büchner, y deja la Iglesia Católica en protesta por los bombardeos de la OTAN contra Belgrado, mencionando un «nuevo Auschwitz».
Siete años después, causó una gran polémica al asistir al funeral del expresidente yugoslavo Slobodan Milosevic, acusado de crímenes contra la Humanidad y genocidio.
Se vio obligado a renunciar a un premio que debía otorgarle la ciudad de Düsseldorf y el teatro parisino de la Comédie Française canceló una de sus obras.
Intelectuales, como su compatriota Elfriede Jelinek, Nobel de Literatura en 2004, lo defendieron. Pero la polémica ocultó durante un tiempo el trabajo de Peter Handke en los medios.
La fuerza de ser universal
El escritor austriaco, que firmó más de 80 obras, no es simplemente uno de los autores en lengua alemana más leídos y más interpretados del mundo.
«Tengo el sueño y la fuerza de ser universal», declaró Handke en Alemania al recibir un premio de Literatura europea, en 2016.
El mismo año recibió honores en la Mostra de Venecia, donde su amigo de siempre, Wim Wenders, presentaba «Los hermosos días de Aranjuez» basado en uno de sus guiones. «Sin él, quizá me habría hecho pintor», dijo entonces el cineasta alemán.
Handke nunca renegó de su posicionamiento proserbio y en febrero de 2015 fue condecorado ciudadano de honor de Belgrado.
Distinguido con el prestigioso premio Ibsen de teatro en 2014, dedicó parte del dinero del premio a la construcción de una piscina pública en el enclave serbio de Kosovo.
La influencia de la nueva novela
Profundamente marcado a los 15 años por la lectura de «Bajo el sol de Satán» de Georges Bernanos, publicó su primera novela, «Los avispones», en 1966.
El exestudiante de Derecho recibió la influencia de los franceses Claude Simon y Alain Robbe-Grillet.
«Siempre estuve en peligro de caer en el autoanálisis. La Nueva Novela me ayudo a exteriorizar, a mirar», explicó.
El mismo año, causó sensación con su primera obra «Insultos al público», donde se entremezclan agravios a los espectadores, mensajes de desarraigo y una crítica radical de la literatura comprometida.
El escritor de 24 años atacó los principios estéticos del «Grupo 47», que domina las letras alemanas de la posguerra y rechaza radicalmente el uso preestablecido de la lengua. Este tema estará en el centro de su obra.
Maestro de la prosa, desarrolla un estilo punzante e intenso, y afirma que «no busca el pensamiento sino la sensación».
Ganó notoriedad con «El miedo del portero al penalti», en 1970, y «Desgracia impeorable» (1972), un conmovedor réquiem dedicado a su madre.
La migración y la soledad marcan el ritmo de una obra abundante: una cuarentena de novelas, ensayos y antologías, pero también guiones, como el de la famosa «Las alas del deseo» de Wim Wenders.