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Sirenas, calles cerradas por la policía, allegados a las víctimas en llantos que intentan abrirse camino: París se llenó de escenas apocalípticas la noche del viernes, tras la ola de atentados que dejaron más de un centenar de muertos.
Un perímetro de seguridad fue instaurado en torno al hospital San Luis, en el norte de la capital. Un hombre cuenta llorando que su hermana ha muerto. A su lado, su madre rompe a llorar y la abraza. «No nos quieren dejar pasar», explica el hermano de la víctima, señalando una esquina 50 metros más lejos.
«Escuchamos los tiroteos, 30 segundos de ráfagas, era interminable, pensamos que eran fuegos artificiales», relata Pierre Montfort, que vive cerca de la calle Bichat, donde se produjo uno de los tiroteos. Otro testigo describe: «En ese momento, sólo vimos llamas salir del arma, sentimos miedo ¿Quién nos aseguraba que no iba a disparar hacia las ventanas?»
Florencia dice haber llegado «en scooter, tal vez un minuto después». «Fue surrealista, todo el mundo estaba en el suelo. Nadie se movía en el restaurante Petit Cambodge y en el bar Carillon también todos estaban en el suelo. Había mucha calma, la gente no entendía lo que ocurría. Un joven llevaba a una niña en brazos. Parecía estar muerta», explica la mujer.
Las mismas escenas de guerra se produjeron en la calle Charonne, un poco más al este. Los camiones de bomberos arrancaban con las sirenas encendidas.
– «Más grave que lo de Charlie Hebdo» –
Un hombre dice haber escuchado disparos durante «dos o tres minutos», «ráfagas». «He visto varios cuerpos por tierra ensangrentados. No sé si estaban muertos», dice.
«Había sangre por todas partes», confirma otro testigo, que habla de disparos muy fuertes, en varias tandas.
Mismas sirenas de la policía y de bomberos en otro barrio del este de París, cerrado por las fuerzas del orden, en torno a la sala de conciertos del Bataclán, donde se produjo una toma de rehenes que se saldó con un centenar de muertos, según fuentes policiales.
Todo ocurre cerca de la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, blanco de un mortífero atentado islamista en enero pasado.
La gente estaba pendiente de sus teléfonos. «Mi mujer estaba en el Bataclán, es una catástrofe», dijo un hombre que acudió al lugar pero quedó bloqueado por el cordón de seguridad. «Hubo un tiroteo en el interior del Bataclán. Todo lo que les puedo decir es que es más grave que lo de Charlie Hebdo», comenta un miembro de las fuerzas del orden.
En el suburbio norte de París, cerca del Estadio de Francia sede del mundial de 1998, se produjeron explosiones, según testigos causadas por granadas. Llegan masivamente efectivos policiales. El público oyó dos explosiones pero el partido amistoso Francia-Alemania no se interrumpió. Todo el mundo quedó confinado dentro del estadio, sobrevolado por un helicóptero.
«Escuchamos las explosiones 25 minutos después del inicio del partido. El juego continuó normalmente. Pensamos que era una broma», explica Ludovic Klein, de 37 años, llegado de Limoges junto con su hijo de 10 años. «La evacuación se desarrolló en calma, fuera de un pequeño movimiento de gente».