Palaos prohíbe las cremas solares tóxicas para proteger a los corales

Las cremas solares tóxicas para el medio ambiente están prohibidas desde este miércoles en Palaos, un archipiélago del Pacífico, para proteger a los corales y a uno de los principales santuarios marinos del mundo.

«Debemos vivir y respetar el medio ambiente porque es la cuna de la vida, y sin él, nadie en Palaos puede sobrevivir», explicó a la AFP el presidente de Palaos, Tommy Remengesau. 

Palaos, ubicado en el Pacífico, más o menos entre Australia y Japón, es conocido por la riqueza de la vida marina y considerado uno de los destinos más bellos para el buceo. Sin embargo el gobierno del archipiélago está preocupado por las consecuencias negativas del entusiasmo que sus cientos de islas despiertan entre los turistas.

Los estudios científicos han establecido claramente, según Remengesau, que los componentes químicos de la mayor parte de las cremas solares son tóxicos para los corales, incluso en pequeñas dosis. 

La concentración de turistas en el archipiélago y, por lo tanto, de protector solar podría dañar para siempre estos corales. 

Como consecuencia está prohibido importar y vender cualquier protector solar que contenga este tipo de producto tóxico, so pena de confiscación y de una multa de 1.000 dólares. 

«Tanto nos da ser el primer país que prohíbe estos productos químicos, y haremos cuanto haga falta para que se sepa. Con una mejor educación y toma de conciencia, otros gobiernos tendrán suficiente confianza para tomar las medidas necesarias», afirmó Remengesau.

Palaos también decidió ampliar la zona de protección de su santuario marino, cerrando el 80% de su zona económica exclusiva a cualquier actividad marítima o pesquera y a la minería.

Esta decisión equivale a prohibir cualquier actividad pesquera comercial en aproximadamente 500.000 km2 de océano, explicó el presidente de este archipiélago. 

Esta nueva legislación también prevé que las flotas de pesca extranjeras desembarquen sus capturas en Palaos antes de pagar un impuesto a la exportación, para proteger a los pescadores locales.

Remengesau justificó esta decisión explicando que era necesario dejar que el océano «cure sus heridas» después de años de pesca comercial intensiva que ha reducido drásticamente algunas poblaciones de peces, como las de atún rojo.

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