Arropado por miles de seguidores, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, encabezaron este sábado con un llamado a la paz el 40 aniversario del histórico repliegue de la exguerrilla sandinista a la sureña ciudad de Masaya antes del triunfo de la revolución.
La pareja presidencial llegó a Masaya, 30 km al sur de la capital, custodiada por las fuerzas de policía y a bordo de un autobús de dos pisos, desde cuya planta alta saludaron a los sandinistas que acompañaron la caravana, en la que sobresalían las banderas del partido oficialista Frente Sandinista (FSN, izquierda).
Nicaragua «siempre ha defendido el derecho a trabajar en paz, porque para que pueda haber desarrollo (..) en primer lugar tiene que haber paz, y eso es lo que ha defendido a lo largo de la historia el pueblo nicaragüense», dijo Ortega durante un acto en un campo en Masaya ante miles de seguidores que aclamaban su nombre.
La festividad oficialista se realizó en medio de la peor crisis que vive el país en las últimas tres décadas, como consecuencia de la violencia ocurrida desde que estallaron protestas antigubernamentales en abril de 2018.
Las manifestaciones, que pedían la dimisión de la pareja presidencial que gobierna el país desde 2007, fueron aplastadas mediante una fuerte represión que dejó al menos 325 muertos, cientos de encarcelados y 62.000 exiliados, según grupos humanitarios.
Según el mandatario, durante el trayecto a Masaya «se volcaron miles de nicaragüenses por las calles defendiendo el derecho a la paz y la autodeterminación».
La oposición acusa a Ortega de instaurar una dictadura y ha pedido a Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional aumentar la presión sobre su gobierno para restaurar la democracia y obligarlo a adelantar las elecciones de 2021.
Según una encuesta de junio de la firma privada M&R Consultores, el 71,2% de los nicaragüenses rechaza la injerencia extranjera en los asuntos internos del país.
Mientras que un sondeo de CID Gallup, de enero pasado, señala que el 54% de los nicaragüenses apoya la propuesta opositora de adelantar los comicios de 2021 para resolver la crisis, lo que supondría recortar el tercer mandato sucesivo de Ortega, y que éste rechaza.
– Ortega «se quedó» –
«¡El comandante se quedó, que lo escuche Estados Unidos y todo el mundo!», exclamaron desde la tarima los organizadores de la actividad, en la que Ortega se abstuvo de hablar sobre la crisis y las sanciones aplicadas recientemente por la Casa Blanca a cuatro altos funcionarios de su confianza
«Venimos a apoyar al presidente, el comandante Ortega se quedó», afirmó a la AFP Marcos Pérez, de 32 años, ataviado con una pañoleta de color rojo y negro del partido sandinista.
Ismael Sánchez, de 45 años, apuntó que «la crisis fue provocada por los golpistas (opositores) y que «sólo el gobierno del comandante Daniel (Ortega) ha beneficiado al pueblo».
Mientras que para Rolando Tercero, de 59 años, «Ortega es un gran líder» y las protestas fueron parte de un complot de la derecha.
«El repliegue» recuerda el retiro táctico que la entonces guerrilla sandinista realizó por caminos adyacentes a Masaya, bajo el bombardeo de la guardia del entonces dictador Anastasio Somoza, antes del triunfo de la revolución el 19 de julio de 1979.
La marcha, que anualmente encabeza Ortega, no se realizó por segundo año consecutivo en el aguerrido barrio Monimbó, donde la población rechaza al mandatario a causa de la feroz represión que sufrieron el año pasado.
Masaya, una ciudad de raíces indígenas que apoyó la revolución de 1979, fue el primer pueblo que se declaró «libre del régimen de Ortega» durante las protestas del año pasado.
Su rebeldía le costó una fuerte represión por parte de las fuerzas del gobierno, que recuperaron el control de la ciudad en julio pasado, igual que el resto de las zonas del país que habían sido ocupadas por los manifestantes.
«Pensaron someternos, pero se olvidaron que somos un pueblo con historia de valor», dijo en un tuit el dirigente opositor de Masaya, Yubrank Suazo, uno de los cientos de líderes antigubernamentales que fueron detenidos por participar en las protestas y liberados el mes pasado con una ley de amnistía.
La oposición afirma que los disidentes del gobierno continúan enfrentando detenciones ilegales, y arremtidas contra la libertad de expresión y de reunión.