Nueva tecnología para detectar el cáncer de cérvix podría sustituir a las pruebas de Papanicolaou y salvar vidas

Las tecnologías emergentes pueden detectar el cáncer de cuello uterino mejor que las pruebas de Papanicolaou y, si se utilizan ampliamente, podrían salvar vidas tanto en las naciones en desarrollo como en países, como Estados Unidos, donde el acceso a la atención sanitaria puede ser limitado.

Científicos del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, escriben en la revista ‘Biophysics Reviews’, que los avances en nanotecnología y aprendizaje por ordenador son algunas de las tecnologías que ayudan a desarrollar el cribado del VPH y que eliminan las conjeturas de las pruebas de precáncer.

  • Esto podría suponer un mejor cribado en lugares que carecen de médicos altamente cualificados y laboratorios avanzados.

El cuarto cáncer más común

El cáncer de cuello de útero es el cuarto cáncer más común del mundo, con más de 500,000 casos diagnosticados cada año. Casi todos los casos de cáncer de cuello de útero están causados por el VPH, o virus del papiloma humano. La detección de los cambios precancerosos en el organismo ofrece a los médicos la posibilidad de curar lo que de otro modo podría convertirse en un cáncer mortal.

  • Las pruebas de Papanicolaou, que se introdujeron en la década de 1940, son subjetivas y no siempre fiables.
  • Estas pruebas, que pueden detectar alrededor del 80% de los casos de cáncer de cuello de útero en desarrollo si se realizan con regularidad, requieren laboratorios de alta calidad, médicos clínicos debidamente formados y revisiones repetidas.
  • Estas condiciones de prueba no están ampliamente disponibles en muchos países, ni siquiera en zonas remotas y de bajos ingresos de las naciones más ricas.

«La prueba de Papanicolaou ha hecho maravillas en cuanto a la reducción de la mortalidad de un cáncer que es muy tratable cuando se detecta a tiempo y casi invariablemente mortal cuando se detecta tarde –explica el autor César Castro, oncólogo del Hospital General de Massachusetts y profesor asociado de la Facultad de Medicina de Harvard–. Y ni siquiera es una prueba excelente. Parte de su imperfección es que es subjetiva. El ojo entrenado es el paso limitante en el proceso. El ojo no entrenado, o relativamente no entrenado, puede pasar por alto los cánceres», añade.

Cerrar brechas

La subjetividad de la prueba ha hecho que la tasa de mortalidad por cáncer de cuello de útero sea mucho más elevada en los países de renta baja. Los autores destacan una lista de tecnologías existentes y emergentes que pueden utilizarse para cerrar la brecha de las pruebas en esas zonas.

Van desde las pruebas de ADN existentes y otras alternativas a la prueba de Papanicolaou hasta las tecnologías de nueva generación que utilizan los recientes avances en nanotecnología e inteligencia artificial.

Una de las técnicas consiste en el cribado con minúsculas perlas de material biológico que forman una forma de diamante cuando entran en contacto con el VPH. Esas formas pueden detectarse con potentes microscopios. Cuando no se dispone de esos microscopios, se puede utilizar una aplicación de teléfono móvil, construida mediante aprendizaje automático, para leerlas.

«Al igual que las pruebas de COVID-19, en lugares como Estados Unidos disponemos de una gran tecnología que no funciona lo suficientemente bien en otros países –afirma el autor Hyungsoon Im, ingeniero biomédico del Hospital General de Massachusetts y profesor adjunto de la Facultad de Medicina de Harvard–. Por eso hay una gran motivación para encontrar una tecnología de nueva generación y asequible para solucionar este problema».

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