«No podía quedarme en la cancha», aseguró este lunes en la emisora francesa RMC el franco-maliense Moussa Marega, que el domingo abandonó el terreno de juego tras ser víctima de gritos racistas en el partido que enfrentó a su club, el Oporto, en Guimaraes, del campeonato portugués.
«Tras los insultos que recibí, tras los gritos de mono que recibí, no podía quedarme en la cancha (…) Ya no era posible», defendió el atacante franco-maliense, que dijo haber sido víctima de «una gran humillación».
«No puedes quedarte así y seguir jugando un partido cuando hay gente que se está burlando de tu color de piel», añadió.
Marega dijo encontrarse «mejor». «A partir del momento en el que vi a mi hijo, eso me devolvió la sonrisa (…) Todos los mensajes de apoyo que he recibido me ha dado esperanza».
El delantero jugó la temporada 2016-2017 con el Vitoria Guimaraes, cedido por el Oporto. Ser insultado de esa manera por los seguidores de su antiguo club «es lo que más me ha chocado», admitió.
«Cada vez que me enfrento a ellos, aplaudo a los hichas a final del partido, no celebro ningún gol, les respeto», explicó.
El domingo, el delantero maliense decidió dejar el terreno de juego en el minuto 71 del partido de liga contra el Vitoria, tras marcar el gol de la victoria 2-1 de su equipo (60), que celebró con uno de los asientos negros del estadio que le habían lanzado desde la grada, por lo que vio una tarjeta amarilla.
Después, harto de los cantos racistas y los gritos imitando a un mono, decidió dejar el césped 11 minutos más tarde. Algunos de sus compañeros y de los rivales trataron de disuadirlo, pero el jugador se fue al vestuario acompañado por algunos miembros del equipo técnico del Oporto.
«Querría simplemente decir a esos idiotas que vienen al estadio a lanzar gritos racistas que os jodan. Agradezco también a los árbitros que no me hayan protegido y me hayan mostrado una tarjeta amarilla por defender mi color de piel», escribió poco después Marega en su cuenta de Instagram, con emoticonos de una mano con un dedo levantado.
«Espero no veros nunca más en un terreno de juego. ¡Sois una vergüenza», añadió el jugador.
En Portugal, han sido numerosas las reacciones de apoyo al futbolista, tanto desde el mundo del fútbol como de los dirigentes políticos.
La Federación y la Liga portuguesa prometieron «castigos severos» para los autores de los insultos, mientras que tanto el primer ministro, Antonio Costa, como el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Souza, denunciaron los comportamientos racistas.