Nicaragua se pregunta dónde está su presidente en plena pandemia de coronavirus

La ausencia del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, desde hace casi un mes ha generado especulaciones sobre su salud y un ambiente de incertidumbre en el país, donde las autoridades no han tomado medidas de contención frente a la pandemia de coronavirus.

El mandatario de 74 años no se ha pronunciado en torno a la amenaza sanitaria de la COVID-19 y no aparece en público desde el 12 de marzo, cuando participó en una conferencia virtual con sus colegas de Centroamérica para abordar la epidemia.

Mientras en todo el mundo crecen los números confirmados de la COVID-19, en Nicaragua, un país de 6.3 millones de habitantes, se han detectado solo seis casos y un fallecido. El gobierno no ha informado de cuántas pruebas ha realizado.

La desaparición de Ortega ha desatado dudas en redes sociales y medios de comunicación sobre la condición de salud del mandatario y su familia.

Las especulaciones crecieron cuando el viernes no acudió a las honras fúnebres del diputado Jacinto Suárez, un allegado suyo, como lo esperaban simpatizantes y adversarios.

La AFP consultó a la presidencia de Nicaragua sobre el tema, pero no obtuvo respuesta.

«Lo que esta ausencia demuestra es que en Nicaragua no existe un gobierno en el sentido estricto, porque un gobierno es una entidad para proteger el bienestar y la vida de la gente en un país», dijo a la AFP el politólogo Félix Maradiaga.

«Dónde está Ortega no es importante, porque él ha estado desconectado de la realidad nicaragüense desde hace largo rato, dándole la espalda al pueblo en distintas situaciones de crisis», añadió.

Los opositores recordaron la ausencia del mandatario durante el inicio de las protestas contra su gobierno en abril de 2018, que desataron una ola represiva que dejó más de 325 muertos, pérdidas económicas millonarias y un grave desempleo.

El mandatario tampoco ha informado de su ausencia al Parlamento, controlado por el gobernante Frente Sandinista y partidos aliados.

Según la Constitución, el Parlamento debe autorizar al presidente el permiso para ausentarse por un plazo mayor a 15 días y, en caso de no hacerlo, puede declarar abandono del cargo o incapacidad para gobernar.

Maradiaga descartó que desde el Parlamento se exhorte a Ortega a informar sobre su ausencia porque «no existe independencia de poderes».

El politólogo recordó que en 2014 se adoptaron reformas constitucionales que «derribaron todos los mecanismos de control de poder y crearon una hiperpresidencia con un desbalance completo de poderes».

Crisis política y sanitaria

«Tenemos una ausencia del jefe de gobierno, no sabemos nada, hay mucha noticia sin fundamento, pero tampoco él sale a desmentir», dijo a la AFP la diputada liberal Azucena Castillo. «Entonces es algo difícil para el país, que enfrenta dos tipos de crisis, la política y la sanitaria».

La legisladora opositora recordó que la Constitución estipula que «un presidente que se ausenta por mucho tiempo debe definir si se queda o se va», máxime en una emergencia como la pandemia del coronavirus.

Castillo comentó que «se siente y es evidente el vacío de poder, y se tapa con noticias que da la vicepresidenta Rosario Murillo» sobre la situación del coronavirus.

Murillo, portavoz del gobierno y esposa de Ortega, ha usado referencias religiosas para hablar del coronavirus y da «gracias infinitas a Dios» por la recuperación de los pocos contagiados.

Incluso ha mandado «muchos abrazos» del presidente, sin referirse a su paradero.

La exguerrillera Dora María Téllez estimó que las ausencias de Ortega durante las crisis nacionales reflejan «su modelo de gobernar», porque solo le gusta salir anunciando grandes proyectos como el canal interoceánico y otras «grandes fantasías, pero no le gusta enfrentar problemas».

«Ese comportamiento de ahora es bastante su tradición, solo que ahora hay un gran cambio, tiene varios días desaparecido, Nicaragua está enfrentando un enorme desafío de salud publica, que es de vida o muerte», apuntó Téllez, quien fue ministra de Salud durante la Revolución Sandinista de 1979 a 1990.

Nicaragua es el único país de América Latina que no ha cerrado fronteras, mantiene abiertas las escuelas y promueve ferias, actividades recreativas y de turismo, lo que ha sido duramente cuestionado por médicos, empresarios y opositores.

«Ortega está actuando cobardemente frente a la epidemia de COVID-19 y está dejando a la deriva el funcionamiento institucional (..) Rosario [Murillo] se ha encargado de lo cotidiano, pero ahora tampoco está ella», concluyó Téllez.

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