Las victorias de los dos equipos madrileños les siguen dejando a un pinchazo del Barça a cuatro jornadas.
Si parecía una jornada propicia para que siguiéramos viendo cómo la locura en la que parecía haberse convertido la Liga diese otra vuelta de tuerca, los tres aspirantes decidieron no fallar en una jornada intersemanal que gastó una de las mejores balas de blancos y culés: la difícil visita del Atlético a San Mamés. Los de Simeone hicieron lo que mejor saben, conseguir el máximo con lo mínimo, mandando un mensaje de fortaleza. El Madrid, más práctico que vistoso, apenas sufrió para doblegar al Villarreal.
Menos de lo que parece
Instalado en una concepción de orden absoluto, el Villarreal sólo fue eso, orden, con una inoperancia en ataque que condenó a los de Marcelino. En frente un Real Madrid calculando al máximo sus esfuerzos, con una excesiva parsimonia y marchas largas pero con muy poca potencia, dejándose llevar entre transición y transición. Y con todo, le dio para dominar, que no divertir. Cristiano y Lucas aportaban el escaso picante a un plato tan soso que por momentos pareció predecible sin siquiera mirarlo.
Benzema, a poco del descanso tras cabecear un rechace en un latigazo del portugués, y el propio Lucas con un sorpresivo disparo lejano en la segunda mitad, mataron a un Villarreal que abrió espacios y acabó sufriendo. Modric hizo el tercero al rematar desde segunda línea un centro pasado de Danilo que, por cierto, volvió a desentonar y fue silbado de nuevo. Lo más negativo fue el abandono prematuro de Cristiano, que dejó a los suyos con diez a falta de pocos minutos para el final. No pareció grave.
Un triunfo caro
Mientras tanto, antes de que el balón echara a rodar en el Bernabéu, el Atlético se construía un refugio en el infierno de San Mamés para aguantar sin Godín. Su nueva lesión a los Díez minutos de partido (veremos para cuánto tiempo) puede acabar siendo clave para la Liga, quién sabe si para la temporada colchonera. La mirada de nervios del uruguayo en el banquillo mientras el Barça goleaba y goleaba en Riazor era todo un poema. Sin su capitán general, los futbolistas rojiblancos se conformaron con sobrevivir a base de carreras, interrupciones yGriezmann. Un magistral centro del francés fue rematado de forma inapelable por Fernando Torres para rascar el gol necesario para seguir molestando.
Porque eso es lo que hace el Atlético, molestar. A blaugranas y merengues. El Athletic lo intentó, pero sin Aduriz es un León sin dientes. La duda es saber si los madrileños aguantarán en esta agonía constante de lo minimalista. De momento, les vale para seguir poniendo la Liga patas arriba.