Nacida en una época de escasez de guitarras en la entonces Checoslovaquia comunista, la empresa familiar Furch abastece hoy a estrellas de todo el mundo con unos instrumentos excepcionales fabricados en su taller, situado en un antiguo molino.
Tanto el virtuoso estadounidense Al Di Meola, como la autora y compositora Suzanne Vega y Per Gessle, del dúo de rock sueco Roxette, tocan guitarras Furch.
Atrás quedaron los comienzos de la marca, muy modestos.
«Tenía un pequeño cuaderno verde en el que anotaba los nombres de los compradores. Eso iba avanzando bien pero al mismo tiempo era peligroso, pues los negocios privados eran ilegales«,
bajo el régimen comunista, contó a la AFP el fundador de la empresa, Frantisek Furch.
Este exempleado metalúrgico de 62 años vendió su primera guitarra en 1981, cuando a Checoslovaquia aún le quedaban ocho años bajo el dominio de Moscú.
En la época comunista
Con su taller, Furch se arriesgó a ser castigado con hasta diez años de cárcel, al menos hasta 1988, cuando el gobierno comunista autorizó las empresas privadas.
Un año después, el régimen cayó y, en 1993, Checoslovaquia se dividió pacíficamente, para fundar la República Checa y Eslovaquia.
El taller Furch, que en un principio necesitaba dos meses para fabricar una guitarra, empezó a desarrollarse. En 1990 tenía ya siete empleados y realizó su primera venta en el extranjero, una mandolina.
Hoy, la compañía cuenta con más de 60 empleados y fabrica 7,000 guitarras al año, que vende en Alemania, Escandinava, Francia, Japón, el Reino Unido y Estados Unidos, además de en el mercado local.
«Simplemente fascinante»
«Nosotros somos muy diferentes del resto», insistió Petr, el hijo de Frantisek Furch y actual director de la casa.
«Nuestras guitarras encierran mucho saber hacer que uno no puede ver. Hay decenas, o incluso centenares de detalles que, combinados, hacen el sonido y la calidad del producto», declaró Petr Furch, de 36 años.
Las guitarras de Furch acaban en manos de numerosos músicos checos, como el cantante y compositor Thom Artway.
«Me gusta la historia de esta familia, es simplemente fascinante», dijo a la AFP el artista, de 27 años.
«Y, además, esta guitarra entiende las sonoridades que quiero obtener, sabe cómo quiero tocarlas, simplemente hace todo lo que yo quiero», precisó.
La marca checa acaba de abrir un punto de distribución en Nashville (Tennessee, Estados Unidos), una ciudad que ocupa un lugar destacado en la historia de la música, y Frantisek Furch está encantado al pensar que sus guitarras serán tocadas por artistas de muy alto nivel.
«Estoy contento de que las propuestas vengan de su parte y no de la nuestra, y de que tengamos tantas personalidades entre nuestros clientes», apuntó.
«Creo que Eric Clapton también podría asomarse un día» por la tienda, agregó.