El poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, protagonista de la revolución sandinista y crítico del gobierno de Daniel Ortega, murió este domingo a los 95 años tras sufrir una descompensación generalizada en un hospital de Managua.
«Murió hoy, se nos fue en paz absoluta, no sufrió dolor», confirmó a la AFP Luz Marina Acosta, asistente de Cardenal por más de 40 años, hasta su fallecimiento.
El poeta murió de un paro cardíaco, tras ser hospitalizado el miércoles pasado por cansancio y problemas respiratorios derivados de una descompensación generalizada, precisó.
«Sus órganos comenzaron a fallar (..) murió como un pajarito, se apagó poco a poco», comentó Acosta, quien confió que el poeta dijo estar «listo» a las personas que estuvieron junto a él el sábado, antes de quedar inconsciente.
«La única esperanza para mí ante este final (..) es la creencia en la resurrección. Tengo una profunda fe en otra vida», afirmó Cardenal a la AFP cuando cumplió 93 años.
El 25 de enero, el célebre escritor de obras como «Hora Cero», «El Evangelio de Solentiname» y «Oración por Marilyn Monroe y otros poemas», había celebrado sus 95 años con buena salud y en plena creación de nuevas obras.
Su muerte se produjo un año después de que el Papa Francisco le revocara al sacerdote la «suspensión a divinis», aplicada por Juan Pablo II, por su militancia política con la pasada revolución sandinista (1979-1990).
Duelo Nacional
El gobierno encabezado por Daniel Ortega decretó tres días de duelo nacional, y anunció que «se sumará a las ceremonias de gratitud y despedida de este hermano nicaragüense».
«Reconocemos sus aportes a la lucha del pueblo nicaragüense» y «todos sus méritos culturales, artísticos, literarios y su extraordinaria poesía», destacó el gobierno en una nota.
Ortega y Cardenal fueron compañeros durante la lucha guerrillera que libró el Frente Sandinista (FSLN) contra la dictadura somocista, que fue derrotada con la revolución de 1979.
En la década de 1990, Cardenal renunció al FSLN por discrepancias con Ortega, a quien acusó de traicionar los ideales de la revolución para quedarse con el poder.
Ortega, quien gobernó durante la revolución y retornó al poder en 2007, respondió las críticas con asedios judiciales hasta 2017, y guardó silencio cuando el poeta ganó el premio Reina Sofía en 2012.
Los actos fúnebres de Cardenal inician el lunes con un velatorio, seguido el martes de una misa de cuerpo presente en la catedral de la capital.
Sus restos serán cremados y enterrados el sábado en la isla de Solentiname, donde en 1966 el sacerdote creó una fundación de la orden trapense para que los campesinos aprendieran a pintar y escribir poesía.
«Legado de integridad»
Con la eterna boina negra de guerrillero y la camiseta de algodón, blanca como su cabello, la imagen de cardenal está asociada a una vida de sencillez.
Su imagen dio vuelta al mundo en 1983, cuando en su primera visita a Nicaragua, el Papa Juan Pablo II lo amonestó en público por trabajar con el gobierno revolucionario.
Fue «injusta la reprimenda del Papa», consideró Cardenal en su libro «La Revolución Perdida».
Algunas de las obras de Cardenal fueron traducidas a más de 20 idiomas y fue nominado para el premio Nobel de Literatura cuatro veces desde 2005.
«Como sacerdote y ciudadano deja un legado de integridad, ética en su compromiso con la justicia, y como poeta deja una obra monumental que lo convirtió en una de las grandes figuras innovadoras de la poesía en Hispanoamérica», escribió el periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro en Twitter.
Cardenal, quien se definía a sí mismo como «poeta, sacerdote y revolucionario», fue un gran defensor de la teología de la liberación.
Murió tras «una vida de entrega a la poesía y a la lucha por la libertad y la justicia», expresó la escritora y poetisa Gioconda Belli, en la red social.
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez, premio Cervantes 2017, lo definió como «un guía moral, un modelo literario».
Guiado «por Dios»
Cardenal nació el 20 de enero de 1925 en la colonial ciudad de Granada.
Comenzó a escribir poemas a los seis años, estudió filosofía y literatura en México y Nueva York y fue ordenado sacerdote trapense en 1965.
En esa época comenzó a colaborar con la guerrilla sandinista como vocero, creando redes de solidaridad y buscando financiamiento internacional.
En sus memorias, Cardenal dijo que su vida siempre fue «guiada por Dios», quien le inspiró a «ser revolucionario mucho antes de que surgiera el FSLN» en 1961.
Entre los últimos poemas de Cardenal están «Con las puertas cerradas» y «Lo visible y lo invisible», que terminó de escribir la víspera de su cumpleaños 95.
Fue distinguido con la Legión de Honor en grado oficial de Francia en 2013; el premio Pablo Neruda en 2009 y el premio Mario Benedetti 2018.