Morales y Mesa juegan sus últimas cartas en cierres de campaña en Bolivia

El presidente Evo Morales se juega este miércoles sus últimas cartas frente a las elecciones del domingo en Bolivia, las más difíciles en sus 13 años en el poder, desafiado por Carlos Mesa, quien cierra su campaña sumando apoyos al advertir contra la deriva autoritaria del líder izquierdista.

En la campaña que culmina este miércoles la oposición cuestiona sobre todo la intención autocrática de Morales al buscar una tercera reelección después de haber perdido en 2016 un referéndum en el que la ciudadanía rechazó que volviera a postularse a elecciones.

Sin embargo, seguidores y adversarios de este exlíder cocalero de izquierdas reconocen que su modelo económico, propiciado por la época dorada de las materias primas gracias a las compras de China, abrió en este país exportador de gas natural un largo capítulo de bonanza.

Una misión de observadores de la OEA en el país llamó a mantener la armonía, tras una escalada de tensiones, a cuatro días de las elecciones. «Es natural que haya divergencias, de eso se trata un proceso electoral democrático, pero no actos de violencia», afirmó el jefe de la misión de veedores de la OEA, Manuel González.

La última encuesta de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz y otras organizaciones indicó que Morales obtendría un 32% de los votos en primera vuelta frente a un 27% de su principal rival, el expresidente Carlos Mesa de la alianza de centro Comunidad Ciudadana.

Morales, de 59 años, eligió despedir su campaña en la ciudad de El Alto, al lado de La Paz, donde miles de personas llegaban en familia o en grupos sindicales «para que vea que con nosotros vuelve a ganar, el jefe no se va», aseguró Rogelio Díaz, un joven vendedor de 34 años, entre una marea de indígenas aymaras, con «cholitas» cargando sus coloridos bultos a la espalda.

Mesa, de 66 años, se despedirá de sus seguidores en Santa Cruz, la gran ciudad empresaria al este del país conocida como el bastión opositor al gobierno.

«Este es un momento en el que tenemos que decidir entre el camino autoritario a la dictadura y el camino de la construcción democrática», lanzó el martes en la noche Mesa al cerrar su último mitin en La Paz ante miles de seguidores.

Parte del aumento en intención de voto de Mesa en las últimas semanas es por el impacto que tuvieron los gigantescos incendios que en agosto y septiembre quemaron en Bolivia una zona inmensa de bosques nativos.

Los siniestros provocaron ira entre ambientalistas y comunidades indígenas que acusan a Morales de haber traicionado su compromiso con la Madre Tierra, en favor de ampliar territorios para la explotación de soja y ganado.

Morales defiende su candidatura exhibiendo la reducción de la pobreza y las altas tasas de crecimiento, que aún en declive se sitúa en 4,2% en la actualidad, y amenaza que con cualquier otro candidato se perderán derechos sociales en este país de 11 millones de habitantes, entre los tres más pobres de la región.

Bonanza insostenible

En El Alto, la planicie a 4.000 metros de altura aledaña a La Paz, miles de «hermanos» se congregaban en un espacio altiplánico a expresar su apoyo en el último acto electoral de Morales.

Esta ciudad de migrantes, mayoritariamente aymara, es un claro reflejo del crecimiento de la economía del país, adonde llegaron en los últimos años miles de campesinos e indígenas que abandonaron las provincias para venir a trabajar en industrias constructoras, molineras, laboratorios y fábricas de alimentos procesados.

«Claro que hemos pasado por un buen periodo económico, yo he votado por Morales porque ha habido estabilidad política, pero ahora se tiene que ir. Él no es dueño del país y ya hay mucha corrupción», dijo Evangelina, enfermera de 55 años, residente de El Alto.

La buena salud de la economía boliviana ha servido en bandeja las victorias electorales de Evo Morales, dijo a la AFP Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano, basado en Washington a enumerar las altas tasas de crecimiento, la fuerte reducción de la pobreza y un nivel récord de reservas.

«Pero con la caída de los precios de las materias primas, el gobierno de Morales se ha visto obligado a pedir más préstamos y reducir las reservas para tratar de mantener los buenos tiempos».

«El modelo económico boliviano tuvo éxito durante algunos años, pero ya no es sostenible», apuntó el analista.

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