El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el martes un decreto de reforma de la policía en respuesta a la ola de protestas contra el abuso y el racismo de sus efectivos que sacude el país, aunque no colma los reclamos generales de cambio.
El decreto, anunciado desde los jardines de la Casa Blanca, incluye una prohibición de técnicas de estrangulamiento como método de inmovilización, a menos que «la vida de un oficial de policía esté en peligro», dijo el presidente.
También «alienta» a las unidades policiales a adoptar «los más altos estándares profesionales», agregó el mandatario republicano.
Subrayando su voluntad de restaurar «la ley y el orden», también destacó la necesidad de «reunir a la policía y a la comunidad, no de mantenerlos alejados».
Con este decreto, Trump dijo frente a jerarcas del gobierno, de la policía y parlamentarios republicanos, y con la notable ausencia de los familiares de las víctimas de la brutalidad policial, que pretende ofrecer un «futuro seguro a los estadounidenses de todas las razas, religiones, colores y creencias».
No obstante, es poco probable que el decreto satisfaga a los miles de iracundos manifestantes que salieron a la calle a denunciar el racismo y la brutalidad policial tras la muerte el 25 de mayo en Minneapolis de George Floyd, un hombre de 46 años, asfixiado por un policía blanco que se arrodilló sobre su cuello.
El incidente provocó las mayores protestas en todo el país desde las movilizaciones en defensa de los derechos civiles en la década de 1960 y llevó a varias ciudades a prohibir prácticas policiales controvertidas, como técnicas de asfixia, o incluso, como en Minneapolis, a anunciar el desmantelamiento de la policía.
A la ira generalizada causada por la muerte de Floyd se sumó la noche del viernes la muerte en Atlanta del también afroestadounidense Rayshard Brooks tras recibir por la espalda un disparo policial, lo que llevó a la alcaldesa de esa ciudad a pedir la renuncia de la jefa de la policía y anunciar reformas en la fuerza.
Si bien consideró esta muerte como «muy perturbadora» y lamentó el fallecimiento de Floyd, Trump esquivó desde el comienzo de las protestas el debate sobre el racismo al tiempo que elogió el imperio de la «ley y el orden».
El republicano, que busca ser reelegido en los comicios de noviembre, no quiere importunar a su base electoral que defiende el accionar de los uniformados, pero tampoco dejar sin respuesta el clamor popular de una reforma radical de la policía.
Así, el decreto busca fomentar «buenas prácticas» vinculando las subvenciones federales a la modernización de las normas policiales en todo el país.
Pero dejó en claro su «firme oposición» a los esfuerzos «radicales» para desmantelar los servicios policiales, como el anunciado en Minneapolis.
«Los estadounidenses saben cual es la verdad: sin la policía, hay caos; sin ley, hay anarquía, y sin seguridad, es un desastre», dijo.
Difícil acuerdo en el Congreso
«Desafortunadamente, este decreto no permite un cambio completo y significativo de nuestras unidades policiales para que asuman la responsabilidad que los estadounidenses reclaman», dijo el líder de la minoría demócrata del Senado, Chuck Schumer.
Trump pidió al Congreso que acordara medidas que vayan más allá, aunque un compromiso entre republicanos y demócratas parece lejano.
La oposición demócrata podría adoptar la semana próxima en la Cámara de representantes, donde tienen mayoría, un proyecto que incluye la prohibición total de técnicas de asfixia y fustiga la amplia inmunidad que goza la policía.
Pero es muy poco probable que la iniciativa sea adoptada por el Senado, donde el oficialismo es mayoría.
Se espera que el único senador republicano negro, Tim Scott, presente un proyecto de ley que no incluiría el espinoso tema de la inmunidad ni la prohibición total de técnicas de asfixia.
Mientras, la indignación crece al aparecer nuevos casos.
El sheriff del condado de Los Ángeles, Alex Villanueva, se comprometió el lunes a investigar «profundamente» la muerte de Robert Fuller, un joven afrodescendiente de 24 años hallado colgado de un árbol la semana pasada, considerada inicialmente como un suicidio.
En Nuevo México, en el sur, un hombre resultó gravemente herido el lunes por disparos durante una protesta, mientras que una milicia de extrema derecha, «fuertemente armada», según las autoridades, se movilizó para contramanifestarse.