Mitch McConnell, el sepulturero de las esperanzas demócratas de destituir a Trump

Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana en el Senado estadounidense, reivindica su condición de «parca» de las esperanzas de los legisladores demócratas que buscan la destitución de Donald Trump. 

El astuto senador por seis períodos de Kentucky, de 77 años, tiene ahora en sus manos el destino de Trump.

Si bien el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, presidirá el juicio de destitución en el Senado, será el líder de la mayoría el que realmente tome las decisiones. 

Trump, un magnate de Nueva York, y McConnell, quien fue elegido por primera vez al Senado en 1984, provienen de entornos muy diferentes y no siempre han estado de acuerdo. 

Contra la verborragia de Trump, McConnell, de bajo perfil, elige sus palabras con cuidado y las entrega con un lento acento sureño de su natal Alabama.

Pero ambos encuentran una causa común en promover una agenda conservadora; en especial, llenar los tribunales con jueces que comparten su filosofía. 

Lograr nombramientos de jueces conservadores es «la contribución más duradera que Donald Trump y los republicanos del Senado han hecho por el país», dijo McConnell a Fox News recientemente. 

Fue quizás un cargo en la corte lo que más que cualquier otra cosa le valió a McConnell su reputación como un operador político y un maestro del juego de ajedrez del Senado.

Después de la muerte en 2016 del juez de la Corte Suprema Antonin Scalia, McConnell bloqueó el nombramiento del sucesor de Scalia por el entonces presidente Barack Obama por ser un año electoral. 

McConnell se negó a celebrar audiencias en el Senado o votar para confirmar la elección de Obama, lo que le valió la furia eterna de muchos demócratas. La vacante cayó finalmente en manos de Trump, quien nombró al juez conservador Neil Gorsuch.

Acusaciones «débiles»

McConnell ha sido igualmente despiadado en lo que respecta a las leyes remitidas al Senado -donde los republicanos tienen 53 escaños y los demócratas 47- por la Cámara de Representantes, controlada por la oposición.

«Piensen en mí como la parca», en inglés Grim Reaper, dijo una vez, sonriendo astutamente debajo de sus gafas redondas. 

McConnell vende camisetas alusivas en el sitio web de su campaña, describiéndose a sí mismo como «el tipo que se asegurará de que el socialismo no irrumpa en la oficina del presidente». 

McConnell, el paciente y hábil negociador de trastienda cuyas memorias recientemente publicadas se titulan «El juego largo», tuvo un comienzo difícil con Trump.

Hace dos años, cuando el Senado no pudo derogar el Obamacare, Trump lanzó una andanada de tuits insultantes a McConnell y cuestionó si debería permanecer en el puesto de liderazgo del Senado que obtuvo en 2014. 

El veterano político hizo caso omiso de las críticas y dijo que Trump era «un presidente nuevo» que no había estado en ese entorno antes. «Creo que tenía expectativas excesivas sobre la rapidez con que suceden las cosas en el proceso democrático», dijo.

El líder de la mayoría republicana, cuya esposa, Elaine Chao, es secretaria de Transporte de Trump, ha dejado en claro que hará todo lo posible para proteger al republicano en la Casa Blanca en relación al juicio político. 

Según él, las dos objeciones que le hacen a Trump los demócratas, es decir abuso de poder y obstrucción del Congreso, son «bastante débiles».

Aunque los 100 miembros del Senado hicieron un juramento para administrar «justicia de manera imparcial» en el juicio de Trump, McConnell dijo que planeaba trabajar en «coordinación total» con la Casa Blanca. 

«Voy a seguir las indicaciones de los abogados del presidente», declaró a Fox News.

«Todos sabemos cómo va a terminar esto», indicó. «No hay posibilidad de que el presidente sea destituido».

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