Miles de personas se vieron obligadas este martes a buscar refugio en las playas del sudeste de Australia para escapar de los incendios que asolan esta región turística.
Unos 4,000 turistas y habitantes acabaron atrapados en las playas de la ciudad de Mallacoota, rodeada por incendios.
En una franja costera de unos 200 km, algunos huyeron hacia el litoral a bordo de sus barcos para tratar de escapar de una de las peores jornadas desde el comienzo en septiembre de estos incendios devastadores.
En las redes sociales, los habitantes de Mallacoota explicaban que se pusieron chalecos salvavidas por si se veían obligados a refugiarse en el agua para escapar del fuego.
En 24 horas, tres personas murieron y cinco estaban desaparecidas, mientras las llamas se acercaban a ciudades muy pobladas como Batemans Bay, un tradicional destino vacacional.
«Tenemos a cientos, miles de personas en la costa, refugiándose en las playas» y en clubes de surf, indicó Shane Fitzsimmons, un responsable del departamento de Incendios Forestales de Nueva Gales del Sur.
Fitzsimmons señaló que las carreteras hacia el oeste, el sur y el norte estaban cerradas, pero que un frente frío procedente de la costa estaba moderando «considerablemente» muchos incendios.
En algunas regiones, los incendios son tan intensos, el humo tan denso y los fuegos provocados por rayos tan violentos que hubo que interrumpir el reconocimiento aéreo y la intervención de bombarderos de agua, informaron los bomberos encargados de las áreas rurales de Nueva Gales del Sur.
Cielo de color rojo
La ministra de Defensa, Linda Reynolds, indicó que se ordenó el envío a la región de tres helicópteros, un avión y dos barcos.
El ejército evaluará los daños y, potencialmente, distribuirá comida, refugios y electricidad entre los damnificados.
Además, se pidieron más refuerzos de bomberos a Canadá y Estados Unidos.
Las autoridades avisaron que las personas atrapadas en la playa quizá podrían verse obligadas a pasar la noche allí.
En las áreas rurales del interior, el panorama era igualmente desolador, con centenares de evacuados a campamentos improvisados.
Cientos de personas «angustiadas, estresadas y traumatizadas» se concentraban en un recinto ferial de Bega, también en Nueva Gales del Sur, explicó Beck Walker (44 años), que estaba pasando sus vacaciones junto a su marido y sus dos hijos en la zona.
Las alarmas de evacuación sonaron sobre las 04H30, explicó Walker a la AFP. «Tuvimos que empacar e irnos directamente (…) daba bastante miedo porque el cielo estaba rojo. Sobre las 07H30 pensábamos que aún era de noche porque el cielo se volvió negro», contó.
Durante los últimos días, las autoridades dieron la voz de alarma a los 30.000 turistas que pasaban sus vacaciones en la región, incitándolos a abandonar la zona, que forma parte de los cientos de áreas asoladas por las llamas en la inmensa isla continente.
En algunas regiones asoladas las temperaturas pueden alcanzar cientos de grados, con lo que matarían a las personas que estuvieran cerca incluso antes de que las llamas las alcanzara.
Nube tóxica en Sídney
Unos incendios sin precedentes calcinan Australia desde septiembre, pero desde el lunes el aumento de las temperaturas y los fuertes vientos los han avivado.
Se han acercado a ciudades como Sídney y Melbourne, que poseen millones de habitantes.
El lunes, unas 100.000 personas tuvieron que huir de cinco suburbios de Melbourne debido al avance de los incendios.
En Nueva Gales del Sur, un bombero voluntario y dos civiles -un hombre de 63 años y su hijo, de 29- fallecieron a causa del fuego.
Otras diez personas, incluyendo dos bomberos voluntarios, han muerto por los incendios desde septiembre, que devoraron mil casas y más de tres millones de hectáreas, o sea una superficie más grande que Bélgica.
Australia está acostumbrada a los incendios forestales durante el verano, pero este año llegaron antes de lo habitual y son muy violentos debido a una sequía prolongada. Los científicos lo achacan al calentamiento global.
El lunes, en el estado de Australia Occidental las temperaturas alcanzaron los 47 °C. Han superado los 40 °C en todo el territorio.
El primer ministro, el conservador Scott Morrison, acabó reconociendo la existencia de un vínculo entre estos incendios y el cambio climático, pero se negó a cambiar su política, favorable a la industria minera del carbón.
Sídney está envuelta este martes en una espesa nube de humo tóxico. Sin embargo las autoridades municipales han decidido mantener los fuegos artificiales de Año Nuevo, que fueron anulados en Canberra y en otras ciudades.