El mercado mundial de la droga «está prosperando» y «diversificándose» con una producción de cocaína y opio al alza, el desarrollo de sustancias sintéticas y un aumento de la mortalidad por opiáceos, señala la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC).
«Últimamente se ha venido prestando especial atención a las amenazas planteadas por la metanfetamina y las nuevas sustancias psicoactivas (NSP). Sin embargo, como muestra el informe, tanto la fabricación de cocaína como la de opioides van en aumento», señala Yuri Fedotov, director de la organización, que este jueves publicó su informe anual.
Estas drogas tradicionales «siguen siendo preocupantes», agrega.
Unos 250 millones de personas, es decir 5% de la población adulta mundial, consumieron drogas al menos una vez en 2015.
Todas las sustancias analizada por la ONUDC presentan tendencias inquietantes.
«El cultivo del arbusto de coca, tras una prolongada declinación, aumentó el 30% durante el período comprendido entre 2013 y 2015, principalmente de resultas del aumento registrado en Colombia», primer productor mundial, señala el informe.
Así, en 2015 el volumen de fabricación mundial de clorhidrato de cocaína puro ascendió a 1.125 toneladas, es decir un aumento global de 25% respecto a 2013.
El consumo también parece aumentar, tanto en Estados Unidos como en Europa, donde «del análisis de las aguas residuales se desprende» que incrementó un 30% entre 2011 y 2016.
En cuanto al opio, en 2016 la producción mundial aumentó en un tercio respecto al año anterior debido a un mayor rendimiento en Afganistán favorecido por mejores condiciones meteorológicas.
Sin embargo, su producción mundial, de 6.380 toneladas, es un 20% inferior al máximo alcanzado en 2014 y cercana al valor medio de los cinco años precedentes.
Por países, la situación en Estados Unidos es particularmente preocupante: la heroína confiscada «aumentó de forma muy importante en 2015», según el informe, que habla de una «verdadera epidemia» de consumo combinado de medicamentos opiáceos por prescripción médica y heroína.
Cerca de un 25% de muertes por drogas en el mundo tienen lugar en ese país, mayoritariamente por opiáceos. Las sobredosis se triplicaron allí entre 1999 y 2015, pasando de 16.849 a 52.404 par an.
El informe recoge asimismo la decisión del gobierno de Urugay de reglamentar a partir de 2013 el cultivo, producción, venta y consumo de cannabis para uso recreativo y medicinal.
Sin embargo, señala que las repercusiones de esta medida «solo se sabrán una vez que hayan sido aplicadas plenamente». «Habrá que seguir de cerca todo lo que ocurra con el tiempo».
– Grupos armados y criminales –
En cuanto a las metanfetaminas, con un uso muy instalado en el este y el sureste de Asia, ahora «suscitan una preocupación creciente en América del Norte y algunas partes de Europa».
«También aumentó notablemente la incautación de anfetamina en Centroamérica y Asia sudoccidental», subraya.
El organismo de la ONU expresa su frustración frente a la falta de datos sobre los modelos económicos del narcotráfico, que implican criminalidad organizada y grupos armados.
En 2014, la venta de drogas habría representado entre un quinto y un tercio de los ingresos de grupos criminales transnacionales.
En 2015, un 40% de los decomisos mundiales de heroína y de morfína tuvieron lugar en países situados en la llamada ruta de los Balcanes, primer itinerario del tráfico de opiáceos. Pero «parece ganar importancia» una vía alternativa que rodea Turquía, cruza los países del Cáucaso, para llegar a Ucrania y Rumania.
Grupos armados no gubernamentales sacan también provecho del comercio de droga, señala el informe, recogiendo la decisión de las FARC en 2016 de cesar su participación en el negocio de la cocaína tras el acuerdo de paz con el gobierno de Colombia.
Citando a varias fuentes, estima en 1.000 millones de dólares los ingresos anuales obtenidos de las drogas hasta entonces por esa guerrilla.
La ONUDC cita principalmente a los talibanes en Afganistán -territorio donde se situá el 85% de los cultivos de amapola de opio-, al grupo yihadista nigeriano Boko Haram y a Al Qaida en el Magreb islámico.
El informe estima que en 2016, el comercio ilícito de opiáceos afganos aportó unos 150 millones de dólares a los grupos armados.
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