Manifestaciones multitudinarias volvieron a copar este viernes ciudades de Chile, en medio de una profunda crisis social que a dos semanas de su estallido mantiene en jaque al gobierno del derechista Sebastián Piñera.
La convocatoria por redes sociales a #LaMarchaMasGrandeDeTodas -simulando la movilización que el viernes pasado sumó a más de un millón de personas- reunió a decenas de miles de manifestantes.
Seguimos marchando «porque no hemos tenido ningún cambio. No hay ningún cambio, solo ha sido un maquillaje de este gobierno corrupto y asesino», dijo a la AFP Juan Valenzuela, pensionista de 68 años.
Otras ciudades del país replicaron las protestas en medio del estallido social que ya suma 20 muertos. Miles de personas marcharon ocho kilómetros entre Viña del Mar y Valparaíso, a unos 120 kilómetros de Santiago. También hubo manifestaciones en Punta Arenas, Concepción (sur) y Rancagua (centro).
– Plaza Italia, epicentro de las protestas –
Los jóvenes volvieron a protagonizar las movilizaciones junto a familias que incitaron un clima plural, festivo y mayoritariamente pacífico, con incidentes aislados.
En medio de un feriado extendido en Chile, los manifestantes se reunieron en la céntrica Plaza Italia, epicentro de las movilizaciones en la capital.
«No vamos a bajar los brazos hasta que el gobierno responda por los muertos, nos sentimos traicionados por este gobierno», dijo a la AFP Marco, estudiante de 22 años, mientras se dirigía a la protesta.
Una nueva Constitución y reformar el sistema de pensiones y salud -todo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990)- son los reclamos más recurrentes de una crisis social que comenzó hace 15 días con protestas estudiantiles ante el aumento en la tarifa del ferrocaril capitalino.
Piñera canceló ese incremento y el de otros servicios básicos, pero no consiguió frenar el descontento. Tampoco el cambio parcial en su gabinete ministerial ni el lanzamiento de una agenda social fueron efectivos para desactivar el estallido.
El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) llevó a la justicia querellas por tortura y violencia sexual supuestamente cometidas por las fuerzas de seguridad, que en la primera semana contaron con el refuerzo de militares que patrullaron las calles en medio de un estado de emergencia.
Las denuncias sobre los supuestos abusos llevaron a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta chilena Michelle Bachelet, a enviar una misión para verificar la veracidad de las acusaciones.
– Mujeres de luto –
En silencio y vestidas de negro, un millar de mujeres fueron las primeras en tomar las calles.
«Justicia, verdad, no a la impunidad», corearon las manifestantes frente a La Moneda, la sede del gobierno, al final de la primera movilización del día, rompiendo el silencio que guardaron en gran parte de su recorrido.
Con pañuelos blancos rindieron honor a «los caídos», en alusión a la veintena de personas que murieron en medio de las protestas, además de unos 1.305 heridos, de acuerdo al Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile (INDH).
Cargada de simbolismo, cuando el país y gran parte de la región conmemoran el día de los difuntos, la marcha tuvo momentos de tensa calma cuando las mujeres en silencio y con sus puños en alto se colocaron frente a filas de policías que observaron sin intervenir.
Más allá de las protestas, unos 300 cabildos ciudadanos en los que se discuten mecanismos para una nueva Constitución y cambios sociales han sido improvisados en plazas, clubes sociales y deportivos e impulsados por varios gremios, que en los últimos días sumaron más de 10.000 participantes.
La crisis social, la más fuerte desde el retorno a la democracia en 1990, obligó a Piñera a cancelar el encuentro de líderes del foro económico APEC y la cumbre del clima de la ONU COP25, que se celebraría en pocas semanas en Santiago.
La ONU confirmó que Madrid albergará la conferencia internacional sobre cambio climático a principios de diciembre.
La inestabilidad social en Chile, considerado hasta ahora uno de los países más estables de la región, generó un nuevo cruce de declaraciones entre Estados Unidos y Rusia. Washington aseguró que detectó «actividades rusas» para «exacerbar las divisiones» en Chile, pero Moscú rechazó dichas acusaciones.