Más de 160 personas resultaron heridas el sábado en Beirut en enfrentamientos entre manifestantes y policía, lo más violentos desde que hace tres meses empezó un movimiento de protesta contra los políticos, acusados de corrupción e inercia.
Las manifestaciones se exacerbaron en las últimas semanas por el empeoramiento de la situación socioeconómica y por la incapacidad de las autoridades para formar un gobierno, más de dos meses después de la dimisión del primer ministro Rafic Hariri.
La violencia empezó frente a uno de las principales puertas de entrada del parlamento, en el centro de Beirut, cuando los manifestantes atacaron a agentes de la policía antidisturbios, situados detrás de las barricadas.
Los manifestantes, algunos con la cara tapada, lanzaron proyectiles, piedras, señales de tráfico y ramas de árboles. Algunos intentaron cruzar las barreras.
La policía antidisturbios usó cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.
Según la Cruz Roja libanesa, más de 65 personas fueron transportadas a los hospitales y más de cien recibieron cuidados en el lugar, indicó a la AFP un portavoz.
Los enfrentamientos seguían el sábado por la noche. Los manifestantes, concentrados en las calles cercanas al parlamento, lanzaban piedras y fuegos artificiales a la policía.
Inicialmente estaba prevista una manifestación hacia el parlamento pero la violencia estalló antes de que empezara.
«Estoy aquí porque después de 90 días en la calle continúan peleándose por el pastel en el gobierno, sin preocuparse del pueblo», dijo Maya, una manifestante de 23 años.
Las fuerzas de seguridad interior (FSI) lamentaron en un comunicado en Twitter los actos «violentos» y pidieron a los «manifestantes pacíficos abandonar el lugar urgentemente por su propia seguridad».
En los últimos días los manifestantes atacaron varios bancos, acusados de ser cómplices del poder, en el barrio de Hamra de Beirut.
Decenas de personas fueron detenidas el martes y el miércoles y luego liberadas. Otras decenas resultaron heridas durante dos noches de violencia, según la Cruz Roja libanesa.
La oenegé Amnistía Internacional y Human Rights Watch lamentaron por su parte «arrestos arbitrarios» y «un nivel inaceptable de violencia» contra los manifestantes.
El movimiento de protesta pide desde el principio un gobierno de tecnócratas y de personalidades independientes de los partidos tradicionales.
Pero desde el nombramiento, el 19 de diciembre, del nuevo primer ministro, las negociaciones están estancadas sobre como repartir los ministerios.
Las manifestaciones de las últimas semanas responden también a las restricciones que están imponiendo los bancos para sacar dinero.
Líbano tiene una deuda de casi 90.000 millones de dólares (81.000 millones de euros), más del 150% de su PIB, y el Banco Mundial advirtió en noviembre que las tasas de pobreza podrían alcanzar un 50% de la población, frente a un tercio actualmente.