Nueva York, Estados Unidos | AFP |
Varios centenares de manifestantes han protestado frente a la Trump Tower para denunciar la primera visita del presidente Donald Trump a su apartamento tríplex de Manhattan desde su investidura.
En medio de un tráfico caótico debido al cierre de varias calles del centro de Manhattan en torno a la Trump Tower y con decenas de policías en alerta, los manifestantes se agolpaban este lunes en las veredas y cantaban: «¡Trump el racista debe irse!»; «¡No a Trump, no al KKK (Ku Klux Klan), no a un Estados Unidos fascista!».
Al menos una manifestante fue derribada por la policía frente a las puertas de la lujosa tienda Prada, justo enfrente de la Trump Tower, y arrestada, constató una periodista de la AFP.
«¡Solo estaba manifestando pacíficamente!», se quejaba la mujer de unos 50 años. «¿A quién sirven ustedes? ¿A quién protegen?», gritaba a los policías en una sola voz la multitud, indignada.
Pero las calles lucían casi vacías cuando Trump llegó a Manhattan al anochecer. Ningún manifestante fue visto en la ruta de la caravana presidencial, dado que estaban reunidos en otra calle.
«Se siente bien estar en casa después de siete meses, pero la Casa Blanca es muy especial, no hay lugar como ese… Y Estados Unidos es mi verdadero hogar», escribió Trump en Twitter.
– «Aterrorizada» –
«Estoy aterrorizada del país en el cual nos hemos convertido, del hecho de que los supremacistas blancos, los nazis, los antisemitas se sienten legitimados por nuestro presidente», dijo a la AFP Lynn Gray, una exbanquera neoyorquina de 68 años que fundó su propia compañía y que llevaba al cuello un colgante con una estrella de David sobre una mano de Fátima.
«Está destruyendo todo lo que nuestros Padres Fundadores hicieron», añadió esta mujer en la Quinta Avenida, donde las tiendas de lujo no cerraron sus puertas pero estaban vacías.
Trump no condenó inmediatamente la protesta de supremacistas blancos que terminó en un baño de sangre en Charlottsville, Virginia, el sábado. Pero bajo fuerte presión tanto de demócratas como de republicanos, este lunes denunció el racismo y catalogó a los neo-nazis e integrantes del KKK de «criminales».
«Nunca me gustó Trump aunque quise darle una oportunidad. Pero esta semana ha caído a lo más bajo de su presidencia», estimó otro manifestante, Kevin Gallagher, un maestro de jardín de infantes de 61 años que divide su tiempo entre Seattle y Nueva York.
Trump había visitado Nueva York en mayo, por unas horas, para cenar con el primer ministro de Australia en un barco de guerra desactivado, anclado en el río Hudson. Pero el lunes de noche será la primera vez que retorne a pernoctar en su hogar, en el penthouse de la Trump Tower sobre la Quinta Avenida.
Según la última versión de su agenda, se quedará en Manhattan hasta el miércoles, y luego se dirigirá a su club de golf en Bedminster, Nueva Jersey, donde terminará sus primeros 17 días de vacaciones como presidente.
Nueva York es un feudo demócrata: menos de 20% de sus 8,5 millones de habitantes votaron por Trump.
«Vine aquí a expresar mi rabia por su negativa a denunciar el nazismo en Estados Unidos, y la extrema derecha, y los movimientos racistas. Sentí que debía estar aquí, frente a su hogar», dijo el músico Ryan Egan, un joven neoyorquino de 28 años que vestía jeans, camiseta y llevaba un aro en la oreja.
El presidente ha dicho que no regresa a Nueva York más seguido para evitar paralizar la ciudad. Cuando está en Nueva York, la policía calcula que su seguridad cuesta 308.000 dólares al día.
La Trump Tower alberga oficinas, apartamentos residenciales y las oficinas de la Trump Organization, así como el tríplex del mandatario en lo más alto del rascacielos.
Fue en el lobby de mármol rosa de la torre que el magnate inmobiliario lanzó su candidatura presidencial en 2015. Al caer la noche, cientos de manifestantes seguían marchando por la Avenida de las Américas o Sexta Avenida. La policía había cerrado totalmente el acceso a las veredas frente a la Trump Tower.