Macron reconoce desde Ruanda la «responsabilidad abrumadora» de Francia en el genocidio en 1994

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha reconocido este jueves durante una visita oficial a Ruanda la «responsabilidad abrumadora» del país europeo en el genocidio cometido en 1994, que se saldó con más de 800,000 muertos, si bien ha destacado que París «no fue cómplice» de las matanzas.

«Estoy, con humildad y respeto, a su lado hoy para reconocer la amplitud de nuestras responsabilidades», ha dicho Macron, quien antes de embarcar en el avión con destino a Kigali señaló que el objetivo era «escribir juntos una nueva página de las relaciones con Ruanda y África».

Así, ha subrayado que los responsables del genocidio «no tenían la cara de Francia, que no fue cómplice». «La sangre que se derramó no deshonró sus armas ni las manos de sus soldados, que vieron con sus ojos lo innombrable, curaron heridas y secaron sus lágrimas», ha defendido.

Francia y la historia

«Sin embargo, Francia tenía un papel, una historia y una responsabilidad política en Ruanda. Tiene un deber: mirar a la Historia a la cara y reconocer la parte del sufrimiento que ha infligido al pueblo ruandés al hacer que el silencio durante demasiado tiempo prevalezca sobre el examen de la verdad», ha puntualizado.

De esta forma, ha hecho hincapié en que, «al sumarse en los noventa en un conflicto en el que no estaba con anterioridad, Francia no escuchó la voz de los que le habían advertido o sobrestimó su fuerza al pensar que podría detener lo que ya estaba en marcha», según la transcripción de sus declaraciones facilitada por el Elíseo.

«Francia no entendió que, al intentar evitar un conflicto regional o una guerra civil, se ponía de hecho al lado de un régimen genocida. Al ignorar las alertas de los observadores más lúcidos, Francia tiene una responsabilidad abrumadora en una situación que derivó en lo peor, algo que precisamente intentaba evitad», ha dicho.

Paz

Macron ha destacado que Francia «pensó, junto a los africanos, que se había logrado la paz» con la conferencia de Arusha en 1993, que derivó en un acuerdo de paz entre el Gobierno y el rebelde Frente Patriótico Ruandés (FPR) tras tres años de guerra civil.

«Sus funcionarios, sus diplomáticos, habían trabajado convencidos de que el compromiso y el reparto del poder podían prevalecer. Sus esfuerzos fueron encomiables y valientes, pero fueron barridos por un mecanismo genocida que no quería ningún obstáculo su monstruosa planificación», ha lamentado.

«Tres meses interminables»

El presidente ha indicado además que la comunidad internacional «tardó tres interminables meses en reaccionar» ante el inicio del genocido. «Abandonamos, todos, a cientos de miles de víctimas ante este encierro infernal», ha señalado.

En esta línea, ha incidido en que, «si bien los responsables franceses tuvieron después la lucidez y el valor de calificar lo sucedido como un genocidio, Francia no supo adoptar las consecuencias apropiadas». «Tras ello, su han sucedido 27 años de distanciamiento, de incomprensión, de intentos de acercamiento sincero pero infructuosos», ha dicho.

Macron ha destacado «el silencio de más de un millón de hombres, mujeres y niños que no están aquí para recordar este interminable eclipse de la Humanidad» y ha resaltado la importancia de las declaraciones de los supervivientes para hablar de lo sucedido. «Estas palabras hablan de una tragedia que tiene un nombre: genocidio», ha dicho. «Un genocidio no se compara. Tiene una genealogía. Tiene una historia. Es único», ha subrayado.

«Los asesinos no tuvieron más que una obsesión criminal: erradicar a los tutsis, a todos los tutsis. Hombres, mujeres, padres, hijos. Esta obsesión ganó a todos los que querían interponerse en el camino, pero nunca perdió su objetivo», ha relatado.

En este sentido, ha reconocido que «un genocidio viene de lejos, se prepara, toma posesión de los ánimos, de forma metódica, para abolir la humanidad del otro». «Se instala a través de las humillaciones cotidianas, las separaciones, las deportaciones. Después de desvela el odio absoluto, la mecánica de exterminación», ha dicho.

«El genocidio no se puede borrar. Es indeleble. Nunca tiene fin. No vivimos después del genocidio, vivimos con él, como podemos», ha señalado, antes de resaltar que «en Ruanda se dice que los pájaros no cantan el 7 de abril». «Es en nombre de la vida que debemos decirlo, darle nombre, reconocerlo», ha reseñado.

Actuación de la justicia

Macron ha explicado que «son 27 años de sufrimiento para aquellos cuya historia íntima permanece golpeada por el antagonismo de los recuerdos» y ha prometido «continuar el trabajo de reconocimiento y verdad» para determinar lo sucedido en el país africano, para lo que ha pedido la «apertura de archivos».

«Reconocer este pasado es también y sobre todo continuar la obra de la justicia. Nos comprometemos a garantizar que ningún sospechoso de crímenes de genocidio pueda escapar a la Justicia», ha dicho, tras las críticas de Kigali por las trabas a la extradición de los presuntos responsables.

Asimismo, ha dicho que «reconocer este pasado, la responsabilidad, es un gesto que no busca contrapartida«. «Es una exigencia con nosotros mismos, una deuda hacia las víctimas tras tantos silencios pasados, y un regalo a los vivos a los que podemos, si lo aceptan, reducir su dolor».

«Este viaje de reconocimiento, a través de nuestras deudas, nuestras donaciones, nos ofrece la esperanza de salir de esta noche y caminar juntos de nuevo. En este camino, sólo aquellos que han pasado la noche pueden quizás perdonar y darnos el regalo de perdonarnos», ha recalcado.

Macron ha apuntado además que «otro reencuentro es posible», en un mensaje a «la juventud ruandesa», y ha incidido en que «existe la oportunidad de una alianza respetuosa, lúcida, solidaria, mutuamente exigente, entre la juventud de Ruanda y la juventud de Francia».

Base para una buena relación

El viaje de Macron a Kigali ha tenido lugar cerca de una semana después de que el presidente ruandés, Paul Kagame, afirmara que entre ambos países «hay una base para construir una buena relación», tras la publicación del ‘Informe Duclert’ en Francia, que contempla el papel de París durante el genocidio de 1994.

Kagame sostuvo en una entrevista concedida a France 24 y Radio France Internationale que ambos países tienen «una oportunidad» para mantener esta relación, «como debería haber sido en el pasado». «El resto podemos dejarlo atrás. No se puede olvidar, pero se puede perdonar y seguir adelante», añadió.

El mandatario ruandés resaltó que, si bien el ‘Informe Duclert’ no ha determinado la complicidad de Francia en el genocidio, «lo más importante ha quedado cubierto». «La gran y agobiante responsabilidad de Francia ha sido reconocido. Eso es enorme, ya es decir mucho», arguyó.

En este sentido, sostuvo que el informe «es un gran paso adelante» y agregó que «la verdad ha podido ser establecida por dos comisiones, una francesa y una ruandesa». «Por primera vez hay convergencia», apludió.

«Puedo adaptarme a las conclusiones de ese informe», puntualizó. «No soy yo quien debe decir lo que deberían haber puesto en sus conclusiones. Son dos comisiones de investigación independientes, aunque tengo mi opinión, ya que viví estos acontecimientos», zanjó el que fuera líder del FPR y presidente desde que la milicia se impuso tras una ofensiva para poner fin al genocidio.

  • Alrededor de 800,000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutu durante cerca de tres meses en 1994.
  • A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.
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