Luis F. Linares López
Lo hemos dichos infinidad de veces pero vale la pena repetirlo una vez más. La causa de fondo de los graves problemas de Guatemala – aparte de la disfuncionalidad del Estado – es el elevado nivel de desigualdad y la consiguiente pobreza que afecta a la mayoría de la población. Las dos medidas más importantes para reducir la desigualdad son un régimen fiscal progresivo, que grave a los que más tienen, y permita financiar el acceso universal a servicios de calidad, especialmente en materia de educación, salud y seguridad. La otra medida es asegurar a los trabajadores una mayor participación en el ingreso nacional. Si vemos la distribución del PIB por el lado del ingreso, en Guatemala se viene reduciendo la parte que corresponde a los salarios y aumentando la que va al capital.
Es por ello que el aumento al salario mínimo es un imperativo en materia de justicia social, para lograr una mejor distribución del ingreso nacional. Esto también tiene consecuencias desde el punto de vista del incremento del dinamismo de la economía. El aumento del poder adquisitivo de la población impacta favorablemente en una mayor demanda de bienes y servicios, creando un círculo virtuoso de aumento de la producción y de las ganancias de las empresas.
Es también un imperativo porque es el único medio a través del cual, debido a prácticamente nula negociación colectiva en el sector privado, los trabajadores pueden mejorar sus ingresos, aun cuando sea de una manera gradual, pero sostenida. Los incrementos al salario mínimo también protegen el poder adquisitivo de los salarios, buscando que sean superiores a la inflación pues, en caso contrario, la población asalariada se empobrece cada día más y disminuye su capacidad de consumo. Algunos dicen que los aumentos a los salarios mínimos solo benefician a los trabajadores del sector formal, que son una minoría – aproximadamente uno de cada cinco ocupados – en comparación con los asalariados informales y los trabajadores por cuenta propia.
Pero aun cuando la mejora en los salarios se quedara en ese grupo de trabajadores habría que elevarlos. Representan la quinta parte de las familias guatemaltecas. Sin embargo, los salarios mínimos tienen un efecto de faro sobre el resto de los salarios, empujándolos al alza. Y benefician a los trabajadores por cuenta propia, porque aumenta la demanda de los asalariados por los bienes y servicios que producen aquellos trabajadores.
El gobierno de Morales, plegado a los intereses del gran empresariado no incrementó el salario mínimo el año pasado, por lo que actualmente rigen los fijados para 2018. Argumentó que se mantenían congelados porque no se alcanzaron acuerdos en la Comisión Nacional del Salario (CNS) y en congruencia con la necesidad de reactivar la economía (Prensa Libre, 28/12/18). La pésima medida – una auténtica inocentada – fue saludada con entusiasmo por las cámaras empresariales.
Ciertamente los aumentos al salario mínimo deben ser, como siempre hemos sostenido, graduales y moderados, pero son imprescindibles. Congelarlos por uno o más años no solamente afecta la actividad económica, si no que obliga después a conceder incrementos mayores, con un impacto más fuerte sobre las empresas.
Que no se alcanzaran acuerdos en la CNS no es ninguna novedad, pues no hay condiciones favorables para un diálogo fructífero entre las organizaciones de empresarios y de trabajadores. Los primeros estaban en una posición favorable para influir sobre las decisiones del gobierno debido al apoyo incondicional que dieron a Morales en su lucha por desmantelar la lucha contra la corrupción.
Están por finalizar las actividades de las comisiones paritarias de salario mínimo y de la CNS. Lo más seguro es que no haya consenso entre empresarios y sindicatos para un determinado monto de aumento. Queda entonces en manos de la autoridad tomar la decisión, porque se trata de un proceso de consulta, donde se reciben los argumentos de cada una de las partes, pero la autoridad tiene la obligación indeclinable de decidir. No puede escudarse en la falta de acuerdo. Eso es ignorar su responsabilidad.
Es probable que el gobierno de Morales se vaya por el mismo camino que en diciembre pasado. Dejará al nuevo gobierno una brasa más, pues la presión de la realidad para aumentar el salario mínimo será cada vez más mayor. No olvidemos que en tanto no se garantice a los guatemaltecos un ingreso digno, un trabajo decente, la migración no se detendrá. Irá en aumento, y vendrán las represalias en materia comercial. Todo por negarse a compartir las migajas del banquete.