Los suizos votan en referéndum este domingo sobre una ley que prohíbe la discriminación por motivos de orientación sexual, que sus partidarios consideran un escudo contra la homofobia pero sus detractores una forma de «censura».
Ya existía una legislación sobre discriminación e incitación al odio racial o religioso, pero la nueva ley la extiende a la orientación sexual.
Esta reforma del código penal, adoptada en 2018, se enfrenta a la oposición de círculos conservadores, que lanzaron este referéndum con la esperanza de bloquearla en nombre de la «libertad de expresión, de conciencia y comercial».
Jean-Pierre Sigrist, de 71 años, exprofesor de enseñanza secundaria en Ginebra y activista gay, replica que la libertad de expresión «no es la libertad de decir cualquier cosa», y esta ley constituye «una salvaguardia añadida contra los actos homófobos».
Si la llamada ley antihomofobia hubiera existido hace 40 años, «quizá yo no hubiera recibido una paliza a la salida de un bar de Ginebra y no se habrían reído de mí cuando presenté una demanda», declaró a la AFP días antes de la votación.
Todos los grandes partidos, con la excepción del más importante, la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha populista), estiman que en Suiza la protección contra la discriminación por motivos de orientación sexual es insuficiente.
Los partidarios de la ley alegan que la discriminación por motivos de orientación sexual se sanciona en otros países europeos, y que el Consejo de Europa y la ONU han pedido a Suiza que refuerce su arsenal contra la homofobia.
Representantes de la UDC y de la Unión Democrática Federal (UDF), un pequeño partido que defiende los valores cristianos, lanzaron el referéndum y llaman a votar «no» a la nueva normativa.
«Nosotros también queremos luchar contra el odio y la discriminación en nuestra sociedad», asegura en su página web el comité «No a la censura». Según él, «la ley actual solo añade leña al fuego y no resuelve ningún problema a largo plazo. Al contrario: pone en entredicho nuestra Suiza libre e ideológicamente plural».
La nueva ley sanciona la denigración pública y la discriminación de cualquier persona debido a su orientación sexual, o cualquier actitud destinada a avivar el odio hacia ella, por escrito, el habla o mediante imágenes o gestos. No reprime en cambio los comentarios realizados en el círculo familiar o entre amigos.
Los restaurantes, hoteles, empresas de transporte, cines o piscinas no podrán rechazar el acceso a alguien debido a su orientación sexual. El texto prevé multas y penas de hasta tres años de prisión si lo hacen.
En los círculos LGTB, algunos temen que una protección especial los estigmatice aún más. «Lucho por la aceptación y la normalización de mi sexualidad. Para mí, la normalización también significa no exigir derechos especiales», afirma Michael Frauchiger, copresidente del comité «¡Derechos especiales NO!».
Según las encuestas, los suizos son favorables al nuevo texto, pero la brecha se ha reducido con el tiempo.
La votación se desarrolla hasta el mediodía (11H00 GMT), pero la gran mayoría de los electores ya han votado por correo. Los resultados se conocerán por la tarde.