Barcelona, España
«¡Pochettino, uno de los nuestros!»: la consigna se repite entre muchos aficionados del Espanyol de Barcelona que sienten casi propia la final de la Champions del Tottenham de Mauricio Pochettino, leyenda de este modesto club donde protagonizó un «heroico» bautizo como entrenador.
«Para mí, Pochettino tiene la misma importancia para el Espanyol que pueda tener Guardiola o Cruyff en el Barça», asegura el expresidente del club blanquiazul Joan Collet (2012-2016).
Siete años después de su marcha, su recuerdo sigue vivo entre los ‘periquitos’.
Desde la clasificación del Tottenham para la final de la Liga de Campeones se han vendido más de cien camisetas del Espanyol con su nombre, según el club.
Y la puerta 6 del RCDE Stadium, el dorsal que lució en sus dos etapas como blanquiazul, está dedicada a él, el extranjero con más partidos disputados con el club (301).
Un estadio que, sin su llegada al banquillo en enero de 2009, probablemente se habría inaugurado en segunda división.
«Estábamos hundidos», recuerda Collet, entonces influyente directivo de este club y principal defensor de su contratación.
Iban últimos, habían cambiado ya de entrenador, pero sin reacción. Y apostaron por Pochettino, retirado tres años atrás, que terminaba sus prácticas de técnico como ayudante del femenino.
«A nivel de entrenador no era nadie», concede Collet, «pero tenía una intuición con él».
«Lo veía cada 15 días en el campo, viendo los partidos del Espanyol, hablando con los lesionados, los no convocados. Muchos habían sido compañeros suyos, tenía mucha ascendencia».
La mayor alegría
En su primer partido en un banquillo, empató en Copa contra el FC Barcelona (0-0), al que ganaría un mes después en Liga en la todavía última victoria ‘periquita’ en casa del gran rival (1-2).
Pero a falta de diez jornadas, el equipo seguía colista, a ocho puntos de la salvación.
Y llegó el milagro: consiguieron 25 de los 30 puntos posibles, asegurando la permanencia en el penúltimo encuentro frente al Almería.
«Como entrenador la alegría más grande que he tenido fue en Almería cuando nos salvamos, en mi primera temporada», dijo Pochettino justo después de clasificarse con el Tottenham para la semifinal europea.
El argentino supo transfigurar al Espanyol en poco tiempo: «Él había sido un jugador con mucha jerarquía en el vestuario, tenía buena oratoria, dotes de mando», recuerda Moisés Hurtado, centrocampista de ese equipo.
Su excompañero Javi Chica coincide: «El secreto fue saber levantar el ánimo (…) Como buen argentino, sabe motivar, sabe tocar la fibra».
Buen juego
Tras esa «salvación heroica», en palabras de Collet, el Espanyol estrenó con pompa su nuevo estadio ese verano, doce años después de demoler el histórico campo de Sarriá.
Fue con un amistoso con el Liverpool, precisamente rival del Tottenham en la final del sábado.
La alegría duró poco: seis días después, murió súbitamente el central Dani Jarque, a quien Pochettino había nombrado capitán.
«Fueron años muy difíciles», recuerda Javier de Haro, periodista de radio, que lleva 25 años como comentarista de los partidos del Espanyol y es amigo del argentino.
«Estábamos en plena crisis económica, murió Dani Jarque, el nuevo estadio nos privaba de poder fichar, los mejores jugadores se iban…».
Aun así, el equipo no vivió apuros y ofreció buen juego.
«Había tomado mucho de Marcelo Bielsa«, su entrenador en Newell’s, Espanyol y Argentina, observa Chica.
También profesionalizó el club, especialmente su centro de entrenamiento, donde trabajaba de sol a sol, recuerda Collet.
«Tenía una visión integral, cerró la ciudad deportiva para guardar la privacidad, nos dijo que los jugadores debían desayunar y comer aquí para hacer compañerismo», explica.
En ocasiones era «excesivo», dice Hurtado. «No era sólo controlar la cuestión futbolística, también todo lo ajeno, la gestión y las relaciones personales, las jerarquías…»
Nuestro Ferguson
Al comienzo de su quinto curso, en noviembre de 2012, el idilio terminó y Joan Collet, que llevaba una semana de presidente, rescindió su contrato con mutuo acuerdo.
«Yo me imaginaba a Pochettino muchos años en el Espanyol. Me pensaba que sería nuestro Alex Ferguson. Y al final, he sido el único en la historia del fútbol en destituirlo», dice resignado.
Aun así, el argentino no olvida sus colores.
Mantiene su casa en Barcelona, cercana al antiguo estadio de Sarrià, donde debutó de blanquiazul en 1994 con 22 años, acude al RCDE Stadium cuando puede y organiza concentraciones con el Tottenham en la zona.
Y cuando le preguntaron por una posible salida al Barça, fue tajante: «soy aficionado del Espanyol, amo al Espanyol (…) Sería imposible».