Washington, Estados Unidos
Uno es el único candidato demócrata hispano a la presidencia de Estados Unidos, el otro denuncia en el Congreso las condiciones de detención de migrantes en la frontera: los gemelos Julián y Joaquín Castro lideran la lucha contra la política migratoria de Donald Trump.
Los Castro, de 44 años y origen mexicano, han sacudido el ambiente político en los últimos días con ideas concretas para enfrentar la crisis de los migrantes de una manera más humana.
Joaquín, miembro de la Cámara de Representantes, dirigió una delegación del Congreso que visitó el lunes un centro de detención de migrantes en la localidad de Clint, en su estado natal Texas. Allí denunció el hacinamiento y la precariedad de las instalaciones para mujeres, donde las detenidas tenían que «beber agua de los retretes», a falta de «agua corriente».
También divulgó un video filmado en secreto en una sala común sin camas. Los internos, envueltos en sacos de dormir, le explicaron que no tenían acceso a duchas ni a medicamentos.
La semana pasada, Julián, precandidato en la carrera para desbancar a Trump en 2020, ganó protagonismo en el primer debate televisado entre los aspirantes a la nominación demócrata, destacándose al darle una lección sobre leyes migratorias a otro texano en liza, Beto O’Rourke.
Exsecretario de Vivienda de Barack Obama y exalcalde de San Antonio, en Texas, Julián Castro aún está rezagado en las encuestas, donde recoge apenas el 1,3% de la intención de voto.
Los dos hermanos están luchando juntos contra la política de «tolerancia cero» de Trump, quien autorizó la separación de las familias de inmigrantes ilegales arrestados en Estados Unidos.
Esta medida, rechazada luego por la justicia, no ha frenado el flujo de llegadas – 144.000 inmigrantes indocumentados fueron detenidos en mayo al cruzar desde México-, y ha provocado una crisis en la frontera, donde los migrantes, la mayoría centroamericanos, permanecen apiñados en instalaciones superpobladas.
Si es elegido presidente, Julián promete reevaluar las restricciones de inmigración en vigor desde 2017 y eliminar la ley que tipifica como delito el ingreso ilegal al territorio estadounidense.
«No será una frontera abierta, siempre tendremos seguridad fronteriza,
[pero]
trataremos a las personas con sentido común y compasión en lugar de crueldad», dijo el miércoles a la cadena CBS.
– «El Obama latino» –
Los dos hermanos, nacidos en San Antonio el 16 de septiembre de 1974, son nietos de una mexicana que llegó huérfana a Estados Unidos cuando tenía siete años.
«Cuando mi abuela vino aquí hace casi 100 años, estoy seguro de que nunca hubiera imaginado que solo dos generaciones después, uno de sus nietos sería miembro del Congreso de Estados Unidos, y el otro se presentaría hoy frente a ustedes para decir estas palabras: soy candidato a la presidencia de Estados Unidos», dijo Julián en enero, al anunciar oficialmente su candidatura a la Casa Blanca.
Joaquín, su jefe de campaña, estaba a su lado.
En «Un viaje improbable: Mi despertar del sueño americano», sus memorias publicadas en 2018, Julián Castro relata una infancia difícil en un barrio pobre donde los gemelos fueron criados por Rosie Castro, una madre soltera y activista por los derechos de los inmigrantes hispanos.
Juntos desde la escuela primaria, Julián y Joaquín se graduaron de la Universidad de Stanford y asistieron a la Escuela de Derecho de Harvard.
En 2001, cuando Julián se presentó a la alcaldía de San Antonio, su hermano era el tesorero de la campaña. Se convirtió en alcalde de la ciudad en 2009, y luego en secretario de Vivienda de Obama en 2014. Antes, había sido el primer hispano elegido como orador principal en la Convención Demócrata de 2012. Por su elocuencia y su presencia ante las cámaras lo apodaron «el Obama latino».
Joaquín también ingresó a la política, primero en Texas, donde fue legislador de 2002 a 2012, luego en Washington, donde ingresó a la Cámara de Representantes en 2013. Actualmente, lidera la bancada de 38 hispanos en la Cámara de Representantes conocida como «Hispanic Caucus».
De cara redonda, ojos almendrados y cabello castaño peinado para atrás, Julian y Joaquín se parecen como dos gotas de agua. Para diferenciarse, Joaquín se dejó un tiempo la barba. Se afeitó «cuando se dio cuenta de que ya no se parecía a mí y que su tasa de popularidad estaba cayendo», bromeó Julián en el canal de noticias CNN en abril.