Una y otra vez, los resultados de los Clásicos de los últimos años se han cimentado en lo que sucedió en la batalla de la medular entre ambos equipos.
Seguimos repesando en Don Balón los diferentes duelos, línea por línea, que tendrá el Clásico del próximo sábado en el Camp Nou entre el Barça y el Real Madrid. Tras analizar el de la defensa, sin duda, el más esperado, emocionante (no por novedoso sino por recurrente) e importante tendrá lugar en el centro del campo. En esa pequeña franja de terreno se decidirá la suerte del partido, incluso por encima de actuaciones en porterías, defensas y delanteras. Y es que la esencia del Barcelona como conjunto se centra en esa línea del once, donde concentra la inmensidad de su poder en el juego e influencia en los partidos. Del mismo modo, como vasos comunicantes que son, los azulgrana no se han cansado nunca de castigar de forma dramática al Real Madrid en base a su superioridad numérica y de calidad en el centro del campo, frente a una línea merengue que sufre cambios cada temporada y que se resiste a modificar su idea, basada en un menor control, una posesión más directa hacia delante y una cesión de protagonismo a sus delanteros.
El sábado, el panorama no volverá a ser diferente sobre el césped. Lo que después suceda en cuanto a la batalla que ambas medulares disputen dependerá de muchos factores, desde el físico hasta el de inspiración, pasando por actuaciones individuales, decisiones arbitrales, posibles lesiones o movimientos de pizarra de los entrenadores. Pero en la teoría, Barça y Real Madrid ‘empatarán’ en cuanto a efectivos en torno al círculo central, con una mayor probabilidad de que sean los tres hombres vestidos de azulgrana los que se asocien con el resto del once para ganar en cuanto a tenencia del esférico.
Busquets, Rakitic e Iniesta contra Casemiro, Modric y Kroos. Un mediocentro defensivo posicional por equipo, y dos organizadores-interiores con capacidad para llegar hasta la frontal del área rival. En cuanto a los dos pivotes, está claro que el blaugrana supera al brasileño en prácticamente todos los análisis. Simlemente, ‘Busi’ es mejor que Casemiro a tenor de su dilatada carrera, experiencia y estado de forma actual, por mucho que el carioca se haya asentado contra pronóstico en el equipo blanco debido a sus necesidades de equilibrarse por el desajuste que produce la BBC, y que esté rindiendo a buen nivel. Otra cosa es lo que pase en el partido. En cuanto a los ‘cuatro arquitectos’, dos por equipo, la temporada de Iniesta está siendo absolutamente excepcional en todas las facetas salvo por su algo abandonada costumbre de hacer goles, algo que ha quedado en el olvido en los dos últimos años, quizás por su mayor implicación en la parte de atrás en lugar de aparecer como falso extremo. Pese a todo, ya marcó en el Bernabéu en la primera vuelta. Kroos empieza a parecerse al que fue en su primera temporada en el Madrid, pero queda por detrás deun Modric sublime, probablemente el mejor de los seis junto al manchego, y al que los análisis generales coinciden bastante en colocar por encima de su compatriota Rakitic, aunque el culé no desentone para nada en el engranaje del Barça. Pero sin duda, el equipo de Luis Enrique tiene muchas más opciones de ganar la batalla de la posesión por su propia idea de juego. Si al Madrid le cuesta mantener el esférico normalmente ante la mayoría de rivales potentes, el Barça es el paradigma del ‘Tiki-Taka’.
Zidane, contra el orden establecido
No obstante, eso no quita para que, una vez más, el Madrid intente hacer lo que casi nunca ha conseguido. Esto es, atacar al Barcelona con lo que más duele, quitándole la pelota. En momentos puntuales lo logró en algunos Clásicos pasados, y siempre que lo hizo obtuvo premio, especialmente en el Camp Nou. Pero se trata de choques anecdóticos o circunstancias muy concretas. Parte del madridismo espera que Zinedine Zidane cambie para siempre la historia del equipo merengue en estos partidos con respecto al tema. Ni Pellegrini en su día, ni tampoco Ancelotti en su totalidad (sí en parte, cuando las lesiones de alguno de los miembros de la BBC le permitieron colocar a cuatro ‘jugones’ en el centro), y por supuesto para nada un José Mourinho que siempre despreció recurrir al toque para ganar al Barça y un Benítez cuyo paso por un sólo Clásico bien apenas merece comentario por su fracaso (0-4) lograron la gesta.
Zidane piensa en la próxima temporada. Pero ahora tiene la oportunidad de borrar en el madridismo la imagen nefasta que el equipo dio ante el Barça en la primera vuelta. Puede intentar que sus jugadores jueguen a lo que quiere que el equipo juegue el próximo curso. Un fútbol de ataque pero con posesión, equilibrio, presión, verticalidad y rapidez. Para ello, intentará que el medio campo no se resquebraje con la inclusión de Casemiro en detrimento de James e Isco (parece contradictorio querer más la pelota sin los dos mejores ‘peloteros’ de la plantilla) y pondrá todo para que los tres de arriba se sacrifiquen en solidaridad en cuanto a presionar la salida de balón culé y combinarse con sus compañeros cuando el Madrid tenga el esférico.
Mourinho recurrió a una solución intermedia cuando se dio cuenta de que perdía las batallas en el medio con el Barça: igualó el número de efectivos en la medular con los culés, pero incrustando a un ‘perro de presa’ como Pepe, un central poderoso, para destruir el juego culé y permitir que su equipo saliese como un rayo al contraataque. Pellegrini y Ancelotti intentaron jugarle de tú a tú al conjunto azulgrana con menos hombres en el medio pero con las mismas armas, y fracasaron, al menos, en la mayoría de las ocasiones. Veremos qué se inventa Zidane para evitar ver el que ha sido el guión habitual de los Clásicos en los últimos años: un Madrid agazapado atrás, achicando espacios y tratando de salir del embotellamiento al que el Barça le somete sistemáticamente.
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