Si no fuera por la ausencia de visitantes, la vida de los pingüinos reales de Ocean Park, un parque de atracciones de Hong Kong, sería la misma desde el inicio de la pandemia del coronavirus. Los cuidadores, en cambio, se desvelan para garantizar la buena salud del grupo.
En esta mañana, algunos montones de nieve fresca han sido recogidos en el espacio donde el centenar de estos animales se congrega para la sesión de alimentación.
Generalmente, esta sesión atrae muchos visitantes, pero el parque está cerrado desde fines de enero debido al covid-19.
AFP / Richard A. Brooks Un pingüino nada en su recinto del parque de atracciones Ocean Park cerrado por el coronavirus, en Hong Kong el 4 de mayo de 2020
«Cuando el parque está abierto, los pingüinos tienen muchas más interacciones con los humanos a través de las ventanas. En ausencia de visitantes, nosotros debemos ocuparlos» explica a la AFP Frank Chau, uno de los responsables del parque.
Desde el principio de la epidemia, el personal responsable de los pingüinos se dividió en dos equipos, que trabaja cada uno tres días seguidos.
Los dos equipos nunca se cruzan, para evitar el riesgo de contaminación.
AFP / Richard A. BrooksPingüinos se divierten en su recinto en el parque de atracciones Ocean Park cerrado por el coronavirus, en Hong Kong el 4 de mayo de 2020
«Los efectivos de cada equipo son menos importantes. Solamente tenemos tres a cuatro personas cada día para cuidar a todos los pingüinos y asegurarnos que cada pingüino es feliz y está en buena salud, que sea física o mentalmente», explica Chau.
La jornada de Chau empieza por la limpieza y la desinfección del recinto de los pingüinos, antes de que las máquinas de nieve ingresen para recrear condiciones antárticas, en el clima cálido y húmedo de Hong Kong.
AFP / Richard A. BrooksUn pingüino nada en el parque de atracciones Ocean Park cerrado por el coronavirus, en Hong Kong el 4 de mayo de 2020
Luego viene la hora de la alimentación y de los exámenes de salud, como el pesaje.
Para ocupar a los pingüinos, los cuidadores han construido juguetes, como planchas flotantes o una caja perforada llena de pescado y de kril, para alentarlos a ir a buscar alimento bajo el agua.