Haber jugado (y perdido) tantas veces con el rival y vecino de la ciudad en los últimos años debería servir de ejemplo a los blancos.
Poco más se puede decir ya de la final que Real Madrid y Atlético disputan este sábado en San Siro. Un choque, el que decidirá el próximo campeón de la Champions, en el que los dos conjuntos se guardarán muy pocas sorpresas. El factor del conocimiento extremo de una y otra escuadra condiciona el que es uno de los partidos más repetidos del fútbol europeo en las últimas temporadas, sobre todo por la ascensión rojiblanca hacia la élite, algo que ha hecho que se enfrente al equipo merengue tanto en el escenario europeo (3 veces en las 3 últimas campañas) como en el nacional, a veces, por partida doble, también en la Copa del Rey.
En resumen… que habrá muy poco que comentar si queremos encontrar puntos en los que un equipo pueda sorprender al otro. Por ello, se prevé que el partido sea tremendamente táctico, cerrado y hasta aburrido, sin demasiadas ocasiones. El estilo de juego que ambos equipos podrían desplegar contribuiría, además, a ello. Y en este sentido, lo que más importancia cobrará en la final serán los errores. Probablemente no gane el título el equipo que más cosas bien haga, sino el que haga menos cosas mal.
Y hablando del Real Madrid, serán varios los ‘pecados’ que los blancos tendrán que dejar de cometer si quieren ganar o, al menos, no pasarlo tan mal durante el encuentro como lo hicieron en la final de Lisboa. Esa experiencia, unida a los muchos partidos posteriores que se han jugado entre ambos, derbis en los que en su mayoría el resultado favoreció al Atlético o acabó en empate, debería ser suficiente como para que los hombres de Zidane tengan todo bien atado.
Para empezar, será fundamental no perder balones comprometidos en campo propio. Si de algo se aprovecha este Atlético de Madrid es de los fallos del rival. Pérdidas con espacios por detrás que Torres y Griezmann aprovechan con su velocidad. El equipo colchonero espera agazapado, roba y sale a la contra. Por eso, será menos vistoso pero preferible ‘copiar’ la táctica rojiblanca de lanzar balones en largo a la espalda de la defensa si la presión no permite sacar la pelota jugada.
Y añadido a esto, el Madrid no debe caer en dos cosas: ni en el juego ‘soporífero’ del Atlético ni en sus provocaciones. Si el contragolpe y el aprovechamiento de los errores ajenos es una de las virtudes de este equipo de Simeone, el control absoluto de las emociones a su favor es otra constante. Los rojiblancos saben desquiciar al rival defendiendo, ponerle de los nervios no dejándole jugar con mucha agresividad o hacerle caer en una siesta aparentemente inofensiva que suele terminar con gol del Atlético en alguna jugada aislada. Así terminó el derbi del Bernabéu del mes de febrero, con derrota blanca.
Por último, el Madrid debe defender dos aspectos concretos del partido: los rechaces y segundas jugadas, y los tiempos. Casemiro se antoja fundamental para cubrir esos espacios entre los centrocampistas y los defensas, en los que hombres como Koke o Saúl se hacen grandes. Disparos de media distancia o rechaces que pueden acabar en gol por una mala cobertura entre los jugadores merengues. Del mismo modo, el Atlético suele ‘oler’ los momentos psicológicos de los choques para asestar duros golpes: muy al principio o muy al final de cada una de las partes, al igual que en la final de Lisboa. No caer en errores en esos momentos debe ser fundamental.