Los bancos europeos buscan crear una alternativa a Visa y Mastercard

¿Y si los europeos pudiesen pagar sin utilizar a los estadounidenses Visa y Mastercard, o a través de otro gigante tecnológico extranjero? Veinte bancos europeos, apoyados por el BCE, trabajan en este tema, estratégico a raíz del aumento de las tensiones político-comerciales. 

Bajo el paraguas del acrónimo «PEPSI» (Iniciativa de Sistema Paneuropeo de Pagos, en español), estos establecimientos bancarios, entre ellos los más poderosos del Viejo Continente, estudian desde hace varios meses la creación de un sistema de pago puramente europeo, confirmaron a la AFP cuatro fuentes implicadas en el proyecto.

Carlo Bovero, responsable en el francés BNP Paribas de tarjetas y pagos minoristas, habló de esta iniciativa el martes en una conferencia organizada por Revue Banque y dijo que se trata de un «proyecto muy serio» entre bancos «que representan a una gran parte de Europa».

Como se trata de una tema muy delicado, ninguno de los grupos bancarios consultados por la AFP quiso referirse al tema de manera oficial. 

Sin embargo, según diferentes fuentes, únicamente los bancos de países de la Eurozona (Italia, Alemania, Francia, Holanda, Bélgica, Portugal y España) están implicados en la iniciativa.

El objetivo es desarrollar un mecanismo que repose sobre el pago instantáneo capaz de administrar todas las formas desmaterializadas de pago, ya sea por tarjeta de crédito o débito, giro, pago bancario automático o móvil. PEPSI apuesta en grande y quiere tener al menos el 60% de los pagos electrónicos en Europa.

La iniciativa se originó en «las órdenes procedentes durante 2017 del BCE que, preocupado por la soberanía de los pagos, explicó que vería con buenos ojos que nos ocupemos del tema», confió a la AFP una fuente bancaria francesa, que no quiso relevar su identidad, implicada en el proyecto.

Dependencia de los estadounidenses

«La soberanía de los pagos en Europa no existe», dijo este banquero francés, mencionando el control que ejercen Visa y Mastercard sobre el Viejo Continente. «Estas redes internacionales de tarjetas o las iniciativas de las grandes empresas de pago chinas existen, están organizadas. En Europa no lo estamos», afirmó.

Algunos observadores se preocupan por la creciente influencia de las empresas chinas Alipay, UnionPay y WeChat Pay, que ven en Europa tierra fértil para echar raíces en el mercado internacional.

«Basta que un presidente estadounidense enojado tome la decisión de cortar los pagos y ahí se verá nuestra dependencia», indicó otro banquero consultado por la AFP.

En 2010, las empresas de pago Visa, Mastercard, Paypal y Western Union boicotearon al portal Wikileaks de Julien Assange y lo asfixiaron financieramente, luego de la publicación de documentos diplomáticos estadounidenses clasificados.

Cuando Rusia anexó Crimea en 2014, Visa y Mastercard interrumpieron de manera temporaria sus servicios con los bancos rusos, como parte de las sanciones estadounidenses. Desde entonces, Moscú desarrolló su propio sistema.

No se trata del primer intento de los bancos europeos. Una iniciativa casi similar, el proyecto Monnet, fue lanzado en 2012 sin éxito, luego de estrellarse contra la incertidumbre económica y las reticencias de la Comisión Europea, hostil a cualquier movida que pudiese afectar la libre competencia. 

Esta vez, el sector bancario está más esperanzado. «No se puede decir ‘hay que abrir el juego’ y al mismo tiempo obligar a los bancos a que sigan siendo nacionales», señaló un supervisor francés.

«Los bancos están listos para invertir, no tiene una visión a corto plazo, pero es necesario ofrecerles una perspectiva de recuperación de su inversión a largo plazo a través de un modelo económico viable», precisó por su parte una experta del sector bancario implicada en el proyecto PEPSI.

El costo de la iniciativa es de varios miles de millones de euros, incluyendo el cambio de al menos 400 millones de tarjetas en Europa así como migraciones tecnológicas.

En diciembre, los bancos europeos deberán decidir si continúan adelante con el proyecto, presentado de manera no oficial a los gobiernos concernidos. Mientras tanto, el BCE y la Comisión Europea llevan adelante un estudio de viabilidad.

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