Los Juegos son también su gran cita y, sobre todo, la única pequeña ventana abierta a los ojos del gran público. Los atletas paralímpicos deben también adaptarse al aplazamiento de los Juegos de Tokio por la pandemia del COVID-19, entre dudas y dificultades.
«¡Eh, despierten! ¡Faltan los Juegos Paralímpicos! Nos entrenamos igualmente, hacemos los mismos sacrificios, nosotros también vamos a tener que esperar un año», reivindica a la AFP el joven nadador francés Théo Curin.
Medalla mundial en 2019 en los 200m libre, este joven que tiene amputados sus cuatro extremidades está confinado en casa de sus padres, en el noreste del país.
«Nos hacemos muchas preguntas. En mi cabeza ya había planificado mi año postparalímpico, tenía ideas, esto lo aplaza todo», asegura.
Al otro lado del Atlántico, en Montreal, Aurélie Rivard, triple campeona de natación en Rio-2016, también se inquieta.
«En general, nos interesamos por los juegos Olímpicos una vez cada cuatro años; es aún peor para los atletas paralímpicos. Personalmente, es mi pequeño momento para tener un poco de reconocimiento, de visibilidad, de encontrarme con otros aficionados, con aquellos que se quedarán conmigo el resto de mi carrera. Es realmente la única ocasión para mí», asegura la deportista, que por un momento temió la cancelación de los Juegos, lo que «habría sido realmente dramático».
Frustrante
La campeona canadiense de 23 años sigue entrenándose como puede, con medios limitados, tratando de no dejarse invadir por las dudas.
«No sabemos cuánto tiempo vamos a estar confinados, eso complica todo, no sabemos absolutamente nada. Ahora está empeorando aquí en América, estamos en la incertidumbre», dice sobre la propagación de la pandemia al norte del continente.
A unos 8.000 km al sur de la ciudad canadiense, el brasileño Daniel Dias, el ‘Michael Phelps paralímpico’ con sus 81 medallas en total, 24 de ellas paralímpicas, trata de mantenerse en forma, en cuarentena con su mujer y sus hijos cerca de Sao Paulo. Quiere ser optimista.
«No estoy perturbado por este aplazamiento. Voy a revisar la planificación de mi preparación técnica con mi equipo y estaré listo para Tokio», asegura este nadador, profesional desde 2006.
Campeón del mundo en 2019 de para-triatlón, Alexis Hanquinquant estaba ya listo para este próximo verano. «Había pasado un invierno muy duro a nivel de preparación, en estos momentos estoy en una forma bastante excepcional; es frustrante, hacía cuatro años que esa fecha estaba programada, física y moralmente», lamenta el atleta francés.
Avatares de la vida
El campeón, que se entrena habitualmente entre 25 y 30 horas por semana, mantiene dos entrenamientos diarios en periodo de confinamiento, entre su terraza y el sótano. Tras al aplazamiento, prolongará este entrenamiento durante otro año.
Pero un año suplementario puede ser duro y complicado.
A sus 43 años, David Calmon esperaba vivir su apoteosis deportiva en 2020. Despedido laboralmente en 2016, este ingeniero pudo soñar con unos Juegos al integrar el equipo paraciclista de Cofidis hace dos años. El aplazamiento le obliga a replantearse las cosas.
«Me reuní con la familia y me hizo falta hacerme las buenas preguntas, saber si, efectivamente, podía retomar por un año para tratar de vivir ese sueño», recuerda.
«Estaba en el esprint final de mi carrera y ¡zas!, hace falta que comience otro año, pensando en si el cuerpo lo aceptará», explica este deportista, que sufrió un grave accidente de tráfico en 2009, por el que tuvo que pasar por el quirófano en 15 ocasiones.
Pese a quedar alterado en su vida y en su cabeza por el aplazamiento, no quiere hablar de «golpe duro».
«Un golpe duro es algo que daña el cuerpo, que es repentino y que va a exigir mucho para superarlo, como los accidentes. Esto es un avatar de la vida, ciertamente muy importante, pero sigue siendo un avatar», relativiza el francés, que ha decidido continuar un año.