El gobierno británico acogió con satisfacción la disposición de la Unión Europea para reanudar las negociaciones comerciales posbrexit, pero reiteró que «no tiene sentido» negociar sin un cambio de posición del bloque.
En una nueva jornada de idas y vueltas entre Londres y Bruselas, los dos principales negociadores, el francés Michel Barnier y el británico David Frost, mantuvieron un diálogo telefónico, que tenía como objetivo fundamental tratar de disipar -hasta donde sea posible- las tensiones.
En un mensaje en Twitter, Barnier dijo que había reforzado la disponibilidad de la UE en intensificar las negociaciones esta semana, pero volvió a insistir en mencionar que aguardaba la «reacción» de Londres.
Downing Street dijo con frialdad «tomar nota» de esa posición. «Sin embargo, el Reino Unido sigue creyendo que no hay base para reanudar las negociaciones sin cambio fundamental del enfoque de la UE», declaró un portavoz del primer ministro Boris Johnson.
Además, pidió a los 27 tratar a Londres de «igual a igual» y «aceptar que un movimiento tenga que venir de la UE como del Reino Unido».
De su lado, el ministro británico de Gabinete, Michael Gove, dijo al Parlamento que «no tiene ningún sentido seguir negociando. Mientras la UE mantenga su posición, tales debates no tendrán sentido».
Gove apuntó que el gobierno británico «acoge con satisfacción» el mensaje de Barnier sobre su disponibilidad para «intensificar conversaciones en «Londres esta semana, en todos los asuntos y basado en textos legales».
«Obviamente, tenemos que asegurarnos de que trabajamos sobre la base de la intensificación que proponen», dijo Gove. «Prefiero mirar hacia el futuro con optimismo que mirar hacia atrás con enojo», acotó.
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Superar el punto muerto
El pasado jueves, los 27 líderes de la UE, reunidos en una cumbre en Bruselas, habían emitido un documento de Conclusiones en el que señalaban que el Reino Unido debía dar «los pasos necesarios» para que sea posible alcanzar un acuerdo sobre la relación posbrexit.
Más tarde, la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, y el propio Barnier habían tratado de matizar la declaración alegando que las dos partes debían estar listas a asumir compromisos, aunque el mensaje ya había despertado evidente irritación en Londres.
Este lunes, Gove señaló que el Consejo Europeo de la semana pasada «no ha dejado ninguna base para alcanzar un acuerdo».
Las negociaciones entre Bruselas y Londres avanzaron penosamente hasta que se encontraron con tres puntos de desacuerdo que hasta el momento no han sido capaces de desactivar: derechos de pesca, ayudas y subsidios y gestión legal del Brexit.
Si las partes no logran alcanzar un acuerdo hasta el 31 de diciembre, a partir del 1 de enero las relaciones serán pautadas por las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), un escenario que todos dicen querer evitar por los efectos potencialmente desastrosos.
El viernes, Johnson había admitido que el Reino Unido «debe prepararse» para un colapso total de las conversaciones sin que sea posible alcanzar un acuerdo.
En el mercado británico, grupos industriales advirtieron al gobierno que semejante escenario podría representar caos en el transporte de alimentos y medicinas, y que además el país tendría apenas menos de 100 días para prepararse a tal cuadro.
Abordaje «constructivo»
En tanto, Gove mantuvo una reunión de trabajo con el influyente vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, para discutir las garantías a los derechos de los residentes expatriados después de consumado del Brexit.
«Tengo el placer de informar que el abordaje de la UE es muy constructivo», dijo Gove en el Parlamento.
A periodistas, Sefcovic dijo que «la reunión de este lunes muestra que cuando nos concentramos y ponemos nuestras mentes en esto, creo que podemos hallar soluciones» a las cuestiones pendientes en el plano legal.
Entre los problemas que frenaron en seco las negociaciones se destaca un proyecto de ley sobre mercado interno impulsado por el gobierno británico que modifica unilateralmente aspectos negociados y que constan del Acuerdo de Retirada, la normativa que rige el Brexit.
El avance de esta ley motivó verdadera furia en las capitales europeas y la UE abrió un procedimiento de infracción contra Londres, con amenazas de llevar la cuestión a cortes internacionales.
Esa ley, sin embargo, tiene numerosos detractores en el propio parlamento británico, y hasta un grupo de arzobispos publicó una tribuna en el diario Financial Times para alertar sobre las consecuencias «morales», «políticas» y «legales» que comportaría el texto.
El gobierno británico pedirá esta semana a las empresas que aceleren sus preparativos para adaptarse a las nuevas reglas aduaneras que se aplicarán a partir de enero.