Liderazgos nacionales: Un ejercicio provocador (primera parte).

José Alfredo Calderón E.

Historiador y analista político

Por razones de trabajo e inquietudes académicas, he tenido la oportunidad –en varias ocasiones– de intentar construir una lista mínima de personajes que reúnan las condiciones mínimas de liderazgo nacional. Léase bien “intentar”, porque las listas mínimas cada vez se fueron haciendo más mínimas y nunca se logró el objetivo en los últimos cinco años. Como la necedad es pariente de la inquietud investigativa, inicié en una red social, un ejercicio provocador que, aunque el objetivo era dar una lista de 5 personas, los propósitos eran variados y más profundos. He aquí la provocación:

“Vengo sosteniendo desde hace años que en Guatemala ya no hay líderes políticos a nivel nacional. El entierro, el destierro, el encierro y la desaparición forzada acabaron con ellos. Reconozco que hay algunos personajes que son referencia y tienen incidencia limitada en lo local, lo comunitario, lo académico, lo deportivo, lo artístico, lo científico y en otros campos. Pero líderes políticos no hay y los necesitamos porque la solución a una crisis política, como la de este bello paisaje tropical, requiere soluciones políticas, y para ello, líderes políticos.” Hay varias personas que afirman que sí hay líderes y liderazgos nacionales por lo que quise cuestionarme una vez más, mi certeza y generalización en contrario. Para el efecto, me sometí al escrutinio y aporte de una muestra calificada en la red social seleccionada. Para aterrizar el ejercicio, definí un perfil mínimo[1] para que, con base a éste, se pudiera mencionar un máximo de cinco guatemaltecos o guatemaltecas que llenaran los nueve requisitos propuestos:

  1. Liderazgo a nivel nacional. Conocimiento y reconocimiento de al menos un 5% de la población en general.
  2. Reconocimiento universal de quienes lo conocen, de qué es una persona íntegra, o sea, honesta, leal y comprometida con un talante ético a toda prueba.
  3. Conducción efectiva de grupos amplios de trabajo y liderazgo efectivo ante al menos un conglomerado de 5 mil personas.
  4. Experiencia mínima de 10 años en cuestiones públicas y preferentemente de Estado.
  5. Exento de fundamentalismos de cualquier tipo y capaz de suscitar consensos entre varias formas de ver y vivir la vida, así como corrientes políticas e ideológicas.
  6. Capaz de convocar a por lo menos 5 mil personas a una manifestación o audiencia pública.
  7. Acervo cultural amplio en las ciencias sociales, económicas y políticas, así como sensibilidad por las artes, el ambiente, los animales y los grupos vulnerables.
  8. Con visión de largo plazo y consciente de la multiculturalidad y complejidad guatemalteca.
  9. Cero compromisos con patrocinadores de cualquier especie.

Aún con las limitaciones y sesgos que puede tener un ejercicio como éste, encontré valiosos aportes y una muestra importante del sentimiento aspiracional que anima al guatemalteco promedio. Aunque trataré de sistematizar los resultados de cara al evento académico que se ha provocado, debo mencionar cinco “hallazgos” importantes recién finalizada la participación.

  1. Prácticamente todos los participantes reconocen la carencia de liderazgos nacionales. Al inicio, el entusiasmo le ganó a muchos, pero cuando se insistió en revisar el perfil propuesto, las propuestas mencionadas eran retiradas.
  2. Una buena parte de la muestra, rechaza los liderazgos tradicionales y habla de un nuevo liderazgo colectivo y horizontal –eso sí – por construir.
  3. Muchas personas generaron propuestas a partir de su entorno, reducido a círculos laborales, comunidad de vecinos, conocimientos en redes y medios de comunicación, coincidencia de intereses profesionales y gustos socio-culturales, así como otros aspectos.
  4. Hubo quienes privilegiaron el aprecio a determinados personas, sea por amistad o cierta cercanía, más que por los atributos requeridos.
  5. Todos reconocieron lo interesante y complejo del ejercicio y cómo éste los obligaba a pensar y repensar de forma diferente el tema del liderazgo. En muchos, se manifestó el sentimiento de angustia y decepción al comprobar una triste realidad: La guerra interna de 36 años dejó mucho más que muertos…

…continuará…

 

 

[1] Sin rigurosidad científica, dado el contexto del ejercicio, se tenía que proponer algo mínimo y flexible, pero que fuera suficiente para no caer en generalidades y banalidades. De hecho, el laboratorio social informal ya trascendió, pues la inquietud de varios intelectuales gestó un conversatorio académico que está en proceso.

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