América Latina y el Caribe destaca como la principal región exportadora neta de alimentos en el mundo, por encima de Europa y Estados Unidos, pero tiene el reto de transformarse y trabajar para hacer frente al cambio climático que altera su producción.
Dentro de tan solo 11 años, en 2030, algunas zonas de la región podrían ya sentir los efectos del aumento de 2 °C de la temperatura, indicó el martes en Santiago un grupo de expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Los efectos de la sequía en los productores de aguacates de México y Chile o del calor en los cafetales de Centroamérica se viven hoy como situaciones extraordinarias, pero esta región proveedora de proteínas de sus mares, tierras y ríos está obligada a cambiar sistemas de producción, de consumo y comercialización por esta crisis climática.
«Si no actuamos ya frente a esto que hoy en día nos parece una emergencia, se va a convertir en el nuevo ‘normal’ y esa es la dimensión enorme de los desafíos que tenemos por delante», advirtió Julio Berdegué, representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe.
«En 2030 tendremos el 40% de nuestra región ya con los famosos 2 °C adicionales», apuntó Berdegué al presentar la «Serie 2030»: 33 estudios que abordan los principales desafíos rurales, agrícolas, alimentarios y ambientales en esta región.
América Latina contribuye con más del 45% de las exportaciones netas globales de alimentos; sin embargo a pesar del panorama desalentador para una región con 90% de territorios rurales, los expertos también estiman que esta «contribución podría aumentar considerablemente en los próximos años».
La clave consiste en aplicar cuanto antes las políticas apropiadas para aumentar la producción de manera sustentable.
2 °C más que cambian todo
Los mares de la región son privilegiados en la producción de proteínas para la alimentación y se suma una acuicultura creciente, indicó Carolina Trivelli, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos.
Pero alertó que «el aumento de la temperatura está afectando ya las aguas relevantes para la pesca, haciendo que se desplacen especies y eso obliga a un cambio en las actividades pesqueras y en los procesos de transformación posteriores», con un impacto en la disponibilidad, en el tipo y en la composición de especies con las que contamos, enfatizó.
También mencionaron el «drama de los productores centroamericanos de café» amenazados por el aumento de temperaturas en las zonas altas para producirlo. «Esas alturas se van a mover, van a subir, ¿cómo vamos a hacer con los miles de productores’, son inversiones enormes», advirtió Berdegué.
«Más allá de las pequeñas ventajas que alguien pueda sacar en algún cultivo, claramente todos perdemos en un escenario de 2 °C más», dijo el representante de la FAO.
A modo de ejemplo, los expertos señalan que algunos países como Argentina y Uruguay tendrían mejores condiciones para producir más leche, pero «a costa de que países como Perú, Ecuador, Colombia perderían ese potencial, y puede que en leche gane Argentina pero va a perder el trigo, va perder otras muchas cosas, en el balance no hay ganadores con 2 °C más».
¿Ganadería sostenible?
El análisis destaca que en 2050 la producción de alimentos deberá aumentar 60% para atender las necesidades de casi 10,000 millones de personas en el mundo. La magnitud de las políticas públicas y de las inversiones privadas son colosales para hacer frente a la transformación que necesitan los sistemas alimentarios en el continente.
Mientras en Occidente crece el debate sobre la necesidad de una industria ganadera sostenible, «por otro lado hay unos cientos de millones de consumidores en Asia que por primera vez tienen los ingresos necesarios para comer algo de carne y están demandando mucha carne», algo que confronta a productores como Brasil, Argentina o Uruguay.
Los desafíos están centrados en cambiar el impacto del hombre en el medioambiente, «sobre nuestros bosques, las aguas que contaminamos, los suelos que erosionamos, que desertificamos, las selvas que se queman, en un contexto de cambio climático que ya está aquí y hace mucho más difícil la tarea».
Y tampoco hay que subestimar el gran impacto en los hábitos de consumo de alimentos altamente procesados que han acarreado «una epidemia de sobrepeso y obesidad que cuesta 2 trillones de dólares en los presupuestos de salud y 2% del PIB mundial», señaló Berdegué.