Las mujeres observan con temor el auge talibán en Afganistán

El advenimiento de un nuevo régimen talibán en Afganistán hace temer un nuevo recorte de derechos y libertades que podría afectar a las mujeres, principales beneficiadas del fin en 2001 del denominado Emirato Islámico, bajo el que no podían ni estudiar ni trabajar.

Los talibán aplicaban entonces una estricta interpretación religiosa según la cual básicamente las mujeres no podían tener ningún tipo de vida pública, ocultas a ojos de cualquiera que no sea su marido o guardián varón. Quienes incumplieran sus normas se arriesgaban a castigos bárbaros, incluida la lapidación pública.

Abusos

Durante estos últimos años, los talibán han tratado de lavar su imagen, hasta el punto de que uno de los representantes en las negociaciones de paz con el Gobierno, Suhail Shaheen, ha asegurado a la cadena británica BBC que ahora quieren que las mujeres sigan teniendo acceso a clases y empleos.

«Respetaremos los derechos de las mujeres», ha prometido este portavoz, que sin embargo ya ha anticipado algunas restricciones, como que por ejemplo las mujeres deberían vestir al menos hiyab, un tipo de velo que cubre la cabeza y el pecho y deja el rostro al descubierto.

Los talibán también han tratado de desmentir las informaciones sobre supuestos abusos contra las mujeres en las zonas que han ido conquistando en estos últimos días, si bien desde la ONU, su Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, advirtió la semana pasada de que las informaciones que llegaban del país asiático eran cuanto menos preocupantes.

«Hemos recibido informaciones de mujeres y niñas de varios distritos bajo control de los talibán a las que se prohíbe salir de casa sin un guardián masculino», avisó, en un mensaje de advertencia sobre las consecuencias que podría acarrear para los civiles la ofensiva talibán, especialmente para los colectivos más vulnerables.

«Estoy devastada»

Desde Afganistán llegan testimonios de temor pronunciados por mujeres que, como Zeb Hanifa (nombre falso), temen perder las «alas» que lograron con sus estudios superiores y sus trabajos. «Estoy devastada. No sé si podré volver a trabajar o a hacer todo lo que quiera», lamenta en declaraciones a la BBC.

Para ella y «muchas otras mujeres», «las esperanzas de un futuro mejor se están desvaneciendo rápido».

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