¿Cómo será el mundo post-coronavirus? Mientras los gobiernos luchan para frenar la propagación de la epidemia de COVID-19, los analistas formulan un sinfín de preguntas sobre las perspectivas geopolíticas tras el fin de la crisis.
¿Cómo reactivar las economías? ¿Cómo volver a crear empleos? ¿En qué estado estarán los mercados financieros, las democracias, las naciones, las libertades civiles y los acuerdos multilaterales?
«¿Estamos siendo testigos de un evento que remodelará las relaciones internacionales y las relaciones entre los Estados?», se preguntaba la semana pasada Aaron Miller de la Fundación Carnegie Endowment for International Peace en un seminario en internet.
Y, refiriéndose a la fragilidad de los Estados Unidos del presidente Donald Trump, añadió: «¿Esta posición dominante, o la falta de ella, abrirá oportunidades para los diferentes países del mundo?».
Una alusión obvia a China, que sin duda competirá con Estados Unidos por la supremacía mundial en las próximas décadas.
Muchos especialistas vaticinan una recomposición de los grandes equilibrios en una economía mundial cuyo funcionamiento está en pleno cuestionamiento.
El presidente Xi Jinping habla durante una reunión con el director general de la Organización Mundial de la Salud el 28 de enero de 2020 en Pekín.
Varios expertos consultados por la AFP plantean el espectro de las deflagraciones sociales. Mientras que algunos gobiernos han establecido herramientas para compensar a las empresas, ayudando a los desempleados y asistiendo a los más indigentes, otros no tendrán los medios financieros para hacerlo.
Escasez y dependencias
«La posibilidad de turbulencias sociales en los países que no tienen una red de seguridad para aquellos que perdieron sus empleos es muy real y podría tener repercusiones para la gobernabilidad», resume Joshua Geltzer, profesor de derecho en la universidad Georgetown de Washington.
En función de la virulencia de los eventuales disturbios, algunos gobiernos podrían tambalearse, insisten varias fuentes.
Además de estos impredecibles destinos nacionales, podrían ponerse en duda una serie de principios. La globalización del comercio dominó los debates de las últimas décadas. Pero doce años después de la crisis financiera de 2008, que ya había sacudido gravemente el sistema, es probable que la forma de hacer negocios cambie.
«Estamos siendo testigos de un cambio enorme», dijo a la AFP Bakary Sambé, director de Timbuktu Institute, con sede en Dakar, que señala una debilidad en las estrategias de salud europeas y americanas.
El primer ministro Narendra Modi participa en una reunión del comité parlamentario de su partido, el 3 de marzo de 2020 en el Parlamento indio, en Nueva Delhi.
«Aquí hay toda una élite mundial que durante mucho tiempo teorizó sobre el liberalismo y la globalización y que fue la primera en cerrar sus fronteras», dijo.
Ya sea que se trate de mascarillas, petróleo o alimentos, la epidemia crea escasez, provoca dependencias y da lugar a una ayuda más o menos instrumentalizada que hará historia.
¿Y la OMS?
«La desglobalización puede potencialmente acelerarse a raíz de la crisis. Sin duda habrá más conflictos relacionados con los sistemas comerciales y la necesidad de asegurar las cadenas de suministro», dice Pratap Bhanu Mehta, investigador de ciencias políticas de la Universidad de Ashoka, cerca de Nueva Delhi, en una columna publicada en el sitio web de The Indian Express.
Donald Trump, el chino Xi Jinping o el indio Narendra Modi no dejarán de lado sus objetivos, asegura. «Los diferentes partidos políticos e ideologías, desde Trump hasta Xi y Modi, no dejarán de utilizar la crisis para servir sus objetivos».
Las líneas de fractura históricas podrían cambiar. África, por ejemplo, podría replantearse décadas de relaciones con los europeos.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom (dcha), saluda al presidente chino, Xi jinping, antes de una reunión que mantuvieron el 28 de enero de 2020 en Pekín.
«El factor psicológico y simbólico al ver a una Europa vulnerable, impotente, incapaz de coordinarse, pesará mucho en la nueva relación con África», predice Bakary Sambé, que pronostica una presencia aún mayor de China en el continente.
Y más allá de las lógicas regionales, es una cierta idea del mundo la que está amenazada. Porque si bien la coordinación internacional, ya debilitada por el unilateralismo de Donald Trump, es esencial para frenar la enfermedad, no se ha impuesto a las decisiones nacionales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en teoría una autoridad mundial en la materia, «parece estar cada vez menos presente», dice Barthélémy Courmont, investigador del Instituto de Investigación Internacional y Estratégica (IRIS) de París.
«¿Qué legitimidad tendrán las instituciones internacionales si no tienen la autoridad para gestionar las crisis? (…) El sistema mundial en el que vivimos podría fragilizarse con esta crisis», agrega.