La junta militar que gobierna Birmania desde hace un mes ha pedido a las fuerzas de seguridad que no utilicen fuego real para reprimir las manifestaciones en favor de la democracia, si bien algunas fuentes apuntan a que este mismo martes se habrían seguido usando balas en las principales ciudades del país.
- La del domingo fue la jornada más sangrienta desde que se iniciaron las protestas, con al menos 18 fallecidos y una treintena de heridos, según la ONU.
- Mientras se suceden los funerales en recuerdo de las víctimas, también lo hacen las protestas, que han vuelto a sacar a la calle este martes a miles de personas.
En uno de los principales focos de movilizaciones, Rangún, las fuerzas de seguridad habrían utilizado fuego real, pelotas de goma y granadas aturdidoras para reprimir a los manifestantes, según el portal Myanmar Now. También se habrían registrado incidentes similares en Mandalay, donde al menos dos personas han sufrido heridas de bala, informa Frontier Myanmar.
«No importa lo fuerte que vayan contra nosotros, lucharemos«, declaró un manifestante a este último portal, anticipando que los colectivos que reclamaban la vuelta de un gobierno civil «encontrarán una forma de volver a las calles». Es la única manera de demostrar que la gente ya no quiere una dictadura», ha sentenciado.
Todo ello después de que la cadena estatal MRTV se hiciese eco de un mensaje de la junta en la que pedía expresamente que no se utilizara fuego real, en un intento por impedir tragedias como las del domingo. «En lo referente a los métodos de dispersión de multitudes, se ha ordenado a las fuerzas de seguridad que no usen balas reales», reza el mensaje, según la agencia Bloomberg.
No obstante, las autoridades también sostienen que «las fuerzas de seguridad podrán protegerse cuando los manifestantes pongan en peligro sus vidas, realizando disparos contra los manifestantes por debajo de la cintura». En este sentido, han denunciado ataques con tirachinas y cócteles molotov contra los agentes.
Esta nueva ola de movilizaciones llega después de la presentación de nuevos cargos penales contra la antigua líder ‘de facto’ del Gobierno, Aung Sang Suu Kyi, detenida desde el golpe de Estado. Los militares argumentaron que se hicieron con el poder para paliar el supuesto fraude electoral de noviembre, del que no existen pruebas.
Preocupación regional
La crisis de Birmania es el tema central de una reunión convocada este martes entre los ministros de Exteriores de los diez países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
El jefe de la diplomacia e Malasia, Hishamudin Huseinon, ha utilizado el encuentro para pedir la liberación «rápida e incondicional» de Suu Kyi, pero al mismo tiempo también se ha mostrado dispuesto a que la ASEAN –de la que Birmana forma parte– pueda ayudar a «resolver las discrepancias sobre las últimas elecciones», según la agencia DPA.
Antes del encuentro, el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, ha tachado en una entrevista a la BBC de «inaceptable» el uso de «fuerza letal» contra los manifestantes, aunque se ha mostrado contrario a unas sanciones que, a su juicio, «no causarán daños al Ejército o a los generales» que gobiernan ahora sino a la población.