«Las mujeres pueden dirigir Mozart pero no Mahler». Este es un ejemplo, como tantos otros, de los prejuicios que persisten hacia las directoras de orquesta y que un concurso exclusivamente femenino pretende echar por tierra.
«La Maestra», primer concurso internacional de directoras de orquesta, culminó el viernes con la victoria de la indonesia de origen chino Rebecca Tong, de 36 años, en la Filarmónica de París.
Este acontecimiento persigue ser algo más que una simple competición: las tres finalistas estarán acompañadas durante dos años, mediante una academia, en un entorno altamente competitivo y mayoritariamente dominado por hombres.
Desde hace 20 años, las directoras dejan su marca, con nombres como Susanna Mälkki (Finlandia), Barbara Hannigan (Canadá), Mirga Grazinytė-Tyla (Lituania), Alondra de la Parra (México) y, antes que todas ellas, la australiana Simone Young o la estadounidense Marin Alsop.
En Francia, Laurence Equilbey, Emmanuelle Haïm, Nathalie Stutzmann, Zahia Ziouani o Claire Gibault tienen en común el hecho de haber montado su propio conjunto para poder ejercer. No fue hasta 2019 que una mujer, Debora Waldman, fue nombrada directora musical de una formación permanente en el país.
Seis por ciento
La brecha es todavía bien profunda: de las 778 orquestas sinfónicas profesionales permanentes que hay en el mundo, solo 48 tienen al frente una directora musical o una jefa principal, es decir, el 6.2%, según el concurso La Maestra. Una proporción mayor, no obstante, a la de 2018 (4.3%).
«Los hombres dirigen hasta los 95 años, pero yo hace 15 años que me preguntan si me jubilaré», afirma sonriendo Claire Gibault, organizadora del concurso.
De las 220 candidaturas recibidas de 51 países, se seleccionaron 12 directoras para el concurso La Maestra. «Decidimos no imponer un límite de edad. Tuvimos candidatas de hasta 71 años y creo que eso es algo magnífico», agrega Claire Gibault, primera mujer que dirigió la orquesta de La Scala de Milán y a los músicos de la Filarmónica de Berlín.
En las fases eliminatorias, cada candidata tenía 30 minutos para demostrar su valía.
«¿Pueden darme más chispas? ¡Quiero que esto esté ardiendo!», lanza Rebecca Tong a los músicos de la París Mozart Orchestra, el conjunto formado por Gibault. «Quiero más alegría de vivir», señala la colombiana Lina González-Granados, una de las tres finalistas junto con la franco-británica Stephanie Childress.
Más que una competición, «es sobre todo una ocasión para crecer y experimentar», declara a la AFP Marin Alsop, una de los seis miembros del jurado, que creó el acontecimiento en 2013 al convertirse en la primera mujer en dirigir un concierto en los Proms, un ciclo de conciertos que se celebra en Londres cada verano desde 1895.
«Espero que esto permita a las jóvenes empezar pronto. Yo no empecé a ganar experiencia hasta que no fui treintañera, pues no había suficientes oportunidades», insiste.
«Serás madre»
Jiajing Lai, una china de 29 años, recuerda lo que le dijo un profesor cuando decidió estudiar para ser directora de orquesta.
«Durante una hora, me estuvo diciendo […]: ‘Tú serás madre… ¿y si tu hijo cae enfermo? Tienes que reflexionar seriamente sobre todo eso'», cuenta, riendo.
Unos comentarios que recuerdan a la polémica provocada por el exdirector del Conservatorio de París Bruno Montavi, cuando en 2013 afirmó que «a una mujer que vaya a tener hijos le costará hacer carrera como directora de orquesta».
Otro obstáculo: la imagen del jefe autoritario y todopoderoso que sigue dominando en el imaginario colectivo. Las mujeres, en cambio, son calificadas de «demasiado emocionales» o de dirigir de forma «demasiado agresiva», según testimonios recabados por la AFP.
«No hace falta autoridad, hace falta experiencia», apunta Laurent Bayle, director general de la Filarmónica parisina.
Un director o directora «que dirija Beethoven desde hace décadas tendrá algo más profundo que decir. Pero la dificultad que tienen las mujeres en este momento es que no son muchas las que tienen una experiencia tan larga… Con la generación que llega, quizá haya un equilibrio».
Asimismo, Bayle descarta que un concurso de este tipo pueda ser «discriminatorio» respecto a los hombres. «Hace 40 años que decimos que hay que hacer evolucionar el sistema pero no pasa absolutamente nada», sostiene.
«El concurso es un acto voluntarioso pero temporal y no persigue ninguna cuota. ¿Hay que mantenerlo hasta 2030? Para tener una situación sana, habría que pasar del 6% al 30% de directoras de orquesta».