Cuando la barba de Abul Mia comenzó a blanquearse hace dos años, este comerciante de un mercado de verduras de Daca, se sumó a la tendencia del momento: teñírsela de naranja usando henna.
«Me encanta. Mi familia dice que parezco más joven y más guapo», confiesa este trabajador de Bangladés de 60 años, con un vello ahora resplandeciente.
Este entusiasmo también lo comparte Mahbubu Basar, un bangladesí de unos 50 años, cuya sonrisa traiciona la felicidad que le causa su nuevo aspecto: «Desde hace dos meses lo utilizo en mi cabello. Me gusta mucho».
Color naranja, azafrán o pomelo, ahora es casi imposible caminar por la calle de la capital bangladesí sin cruzarse con hombres mayores con barbas que parecen llamas de fuego.
Teñida con henna, mezcla tradicional usada en Asia del Sur, la barba naranja es un fenómeno entre moda y símbolo religioso.
«Ponerse henna en la barba y el cabello se ha convertido en una tendencia de moda estos últimos años para los hombres mayores», apunta Didarul Dipu, jefe del departamento de moda de la revista Canvas. «El polvo se encuentra fácilmente en los ultramarinos de barrio y se aplica con facilidad, en comparación con el tintes tradicionales con henna».
Este tinte natural se usa desde siempre en las bodas del subcontinente indio. Su mezcla sirve para dibujar complejos motivos en los brazos y manos de los novios, y de los invitados.
Las comunidades musulmanas de Asia y de Oriente Medio lo usan también desde hace tiempo para la barba. Pero Bangladés, nación de 160 millones de habitantes de mayoría musulmana, lidera la tendencia.
Antaño, el tinte se obtenía moliendo hojas de henna, un arbusto espinoso. Pero la preparación era tediosa y a veces peligrosa. Actualmente, la situación ha cambiado con la omnipresencia de bolsitas baratas de este polvo ya listo para su uso.
Muy barato
Shuvo Das, barbero en el barrio de Shaheenbagh en Daca, vive un momento de oro con esta nueva boga. «Antes, casi nadie venía por aquí. Pero ahora tenemos clientes que llegan cada semana para teñirse la barba», cuenta.
Un viernes, primer día del fin de semana en Bangladés, Shuvo Das vierte polvo importado de India en un recipiente con agua para preparar la mezcla. Con ayuda de un cepillo de dientes, aplica con cuidado el tinte a la barba de su cliente.
«Se necesitan unos 40 minutos para que la barba se vuelva roja y brillante. Es muy barato también. Una bolsita solo cuesta 15 takas», es decir 19 céntimos de euro (17 céntimos de dólar), explica.
Pero el rejuvenecimiento no es la única razón que se esconde detrás de este fenómeno.
Eminentes imanes también recurren a este tinte con el objetivo, según los expertos, de afirmar su devoción. Según algunos textos religiosos musulmanes, el profeta Mahoma se teñía con henna.
Es fea
«Escuché a religiosos que decían que el profeta Mahoma utilizaba henna para su barba. Solo le estoy siguiendo», comenta Abu Taher, un habitante de Daca.
Según Monirul Islam Khan, profesor de sociología de la universidad de Daca, la proliferación de barbas naranjas «es una muestra del fervor musulmán en la sociedad bangladesí».
Incluso entre hombres que no son particularmente practicantes, añade.
Pero las barbas naranjas encienden en cambio los ánimos de algunos.
«No sé cómo llegó esta moda a Bangladés pero es fea», suelta un banquero del barrio de Karwan Bazar, que no quiso dar su nombre.