Crispino Picón rojas
¡Púchicas!
(Dícese cuando algo nos llena de sorpresa o cuando no queremos ser vulgares y decir ¡ala gran’p…).
Las encuestas lo anticiparon, por eso no sorprendió la gran penqueada que le dio LaDoña, Sandra Torres, al persistente Alejandro Giammattei, quien ha jurado sobre la Biblia que si no gana en esta que es su cuarta intentona por llegar al Guacamolón, volverá solo dos veces más, porque después se retiraría a disfrutar de los billetes que le han dejado sus continuas y sacrificadas campañas electorales.
Pero el ¡púchicas! de hoy no trata de los resultados de las elecciones, sino más bien de la actitud que ha asumido ya la Sandrita, quien por cierto nos tiene ya acostumbrados a su autoritarismo e intolerancia, que seguramente se verá multiplicado por tres o cuatro si se consuman los pronósticos más pesimistas y se convierte en la primera mujer que se pone la famosa banda presidencial que a tantos ha quitado el sueño.
Y vaya si no. Dicen que desde el mismo domingo por la noche, cuando se dieron los primeros resultados –grrrr, que corcho el de los magistrados del TSE, que se han vuelto el hazmerreír de medio mundo por chambones–, La Doñatomó el teléfono para dar sus primeras instrucciones presidenciales, tanto a su gente, como a algunos dirigentes de otros partidos, y se dio el taco de ponerle los puntos sobre las íes nada menos que a Jaimito Morales, el pobre que ya no sabe a quien obedecer, porque le dicen que hacer sus cuates chafas, el ministro de Gobernación, Enrique Degenhart, el embajador gringo, Luis Arreaga –pues no crean que Trump se toma la molestia de regañarlo personalmente– y, por supuesto, su esposa Patricia Marroquín, cada vez más molesta con él por todas las bolas –que no son fake news–, que la prensa le anda publicando sobre sus trapitos shucos.
Pues me cuentan mis colegas meseros que La Doña no se contuvo y lo llamó por un teléfono directo que se dieron la última vez que se reunieron a comer pollo con crema y loroco. La razón de la llamada era para hablarle con claridad lo que ella espera que suceda en la segunda vuelta:
- No quiero que me salgas con cuentos y que en la segunda vuelta le vayas a dar al doctorcito ese, láminas, bonos o fertilizantes para que regale su gente. Todo eso me lo das a mí, porque sabes bien que voy a llegar a sustituirte y no te puedes arriesgar a pelearte conmigo, porque te cuento las costillas después.
No se anduvo con medias tintas. ¿Qué tal?. Directo al hueso.
¡Púchicas!, dijo para sus adentros el vicepresidenciable de la UNE, Mario Roberto Morales, porque pensó que era mucho riesgo hablarle así a su exjefe, de quien tiene la imagen que puede tener arrancones de macho bravo, cuando algo de lo que le dicen no le gusta y lo agarran en mal momento.
Pero al parecer Jaimito estaba en una de esas noches en las que los tragos, en vez de engallarlo, lo achicopalan y se muestra sumiso:
- No te pongas así. Los dos sabemos que hablando se entiende la gente. Entre bomberos no nos machucamos la manguera y los dos nos necesitamos. Yo te doy recursos y apoyo de otro tipo, y al doctorcito no lo dormimos con dulces y promesas falsas.
El otro tema que tocaron es el de la próxima elección de magistrados de sala y de la corte Suprema de Justicia. Ahí trató de meter su mano Jaimito,al menos tres magistrados suyos en la nueva CSJ, para tener también influencia en los temas de antejuicio que podrían venir en el futuro contra él y algunos de los diputados del debilitado FCN-Nación.
El pacto se selló sin problemas. Pero me cuentan que ambos quedaron en dar la apariencia contraria, porque así tengo más margen para ayudarte, dicen que concluyó Jaimito.
De tal cuenta que lo que está por venir –ojalá que alguien fiscalice–, es el desvío de recursos oficiales a favor de La Doña y asegurar el control del sistema de justicia por medio de la próxima elección de magistrados. ¡Púchicas!, me dijo el mesero que escuchó la conversación, si así son las vísperas, como será cuando tenga el poder completo.
Pero eso no fue todo, después de poner firmes a Jaimito, llamó a Junior Arzú, para recordarle que desde ahora, la agenda de su labor en el Congreso ya no se la dictará Felipao Alejos, sino será ella misma la que le gire instrucciones. Al parecer, el hijo del virrey Álvaro Arzú tartamudeó un poco, pero terminó aceptando lo que le estaban ordenando. ¡Púchicas!, La Doña viene con todo.