El paro total de las competiciones en Europa como consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus amenaza con la quiebra a corto plazo de varios clubes de fútbol, privados súbitamente de ingresos, mientras que los gastos prácticamente se mantienen.
Aunque los grandes mastodontes europeos, como el Bayern Múnich o el Barcelona, cuentan con algunas reservas financieras, la mayoría de los clubes profesionales no tienen mucho tiempo delante de ellos.
«Esta situación es claramente insostenible», asegura el presidente del Aberdeen escocés Dave Cormack: «Ningún club, sea cual sea su tamaño o su nivel de inversión, puede soportar una ausencia total de ingresos durante un periodo que podría ir de 3 a 6 meses».
Incluso Christian Seifert, presidente de la poderosa Liga Alemana de Fútbol (DFL), que organiza la Bundesliga que genera más de 4,000 millones de euros anuales, ve acercarse la catástrofe: «Si no podemos jugar a puerta cerrada en cuanto sea posible, no merece la pena preguntarse si organizamos un campeonato de 18 o 20 clubes, porque ni siquiera quedarán más de 20 clubes profesionales».
«Si estamos dos meses sin jugar, podremos superar la situación», temporiza por su parte el presidente del sindicato de jugadores de la Ligue 1 francesa, Bernard Caiazzo. «Si son cuatro meses, pero acabamos nuestras competiciones nacionales y europeas, los clubes podrán salvarse a condición de que la próxima temporada acabe en los plazos», precisa.
Paro parcial
Que no haya partidos significa que no hay ingresos televisivos ni por la venta de entradas, que son las dos principales fuentes de ingresos en los grandes campeonatos.
En todos los países, las sumas en juego son colosales. En Inglaterra, si la temporada no se reanuda, los clubes de la Premier League deberán devolver colectivamente 762 millones de libras (815 millones de euros) a los canales BT Sports y SkySports.
En Italia y Alemania, los expertos han evaluado las pérdidas totales (derechos de televisión y taquillas) en más de 700 millones de euros, y hasta 400 millones en Francia, siempre en el caso de cancelación de lo que resta de temporada.
En España, el presidente de la Liga, Javier Tebas, consideró que «las pérdidas serían de unos 700 millones de euros si no se jugase el final de la Liga», de los que algo más de 500 millones serían por derechos de televisión no cobrados.
Esto explica la insistencia de todos los campeonatos por reanudar la competición, a puerta cerrada, en cuanto sea posible a nivel sanitario, al menos para recuperar los derechos de los difusores: «Nuestra prioridad número uno debe ser disputar los partidos que quedan por jugar y acabar la temporada, incluso sin espectadores», admite el responsable de marketing del Schalke 04 alemán Alexander Jobst. «Los ingresos de las televisiones y de los patrocinadores son vitales para nosotros y para todos los clubes profesionales», añade.
«Vamos a terminar la temporada, estamos trabajando en los plazos. Hay varias hipótesis: en abril, mayo… no descarto que incluso pueda ser después», decía Tebas a la televisión Cuatro.
Porque con o sin coronavirus, los clubes deben seguir pagando los salarios, principalmente de sus estrellas, que son la mayor partida de gastos en sus presupuestos.
Varios clubes franceses han recurrido ya al desempleo parcial (Lyon, Marsella y Mónaco por ejemplo), mientras que en la Bundesliga, los jugadores se han mostrado dispuestos a renunciar a una parte de sus sueldos (Mönchengladbach, Bayern y Dortmund especialmente).
Hundimiento del sistema
En el Barcelona, los jugadores y el club negocian un acuerdo para reducir los salarios y pasar a un paro parcial, que afectaría a todos los empleados del club.
Según la emisora Cadena Cope, LaLiga prevé reducir los salarios de los futbolistas en un 20% en caso de que no se acabe la temporada. Los clubes italianos estudian imponer medidas similares.
En la Premier League inglesa, el campeonato con los mayores salarios, no se tomarán decisiones sin un acuerdo con los jugadores, protegidos por contratos garantizados. Y el sindicato de jugadores, la Professionnal Footballer Association (PFA), se ha mostrado hasta ahora abierta sólo a «aplazamientos de los salarios».
Las pistas para evitar el hundimiento del sistema no son numerosas. Los italianos quieren un impuesto suplementario sobre las empresas de apuestas deportivas, mientras que los alemanes hablan de flexibilizar las reglas del control de gestión que permiten la atribución de licencias a los clubes al comienzo de cada temporada.
Por ahora, todo está condicionado a la fecha de reanudación del fútbol. Si los campeonatos nacionales pueden acabar, se limitarían los daños. Si, por el contrario, hay que esperar a agosto, o incluso más allá, para volver a jugar, el paisaje europeo podría encontrarse transformado, con un nuevo equilibrio de poder, imposible de predecir, entre clubes arruinados y ‘supervivientes’.