La resaca post electoral

José Alfredo Calderó

Diez días antes de las elecciones, realicé un ejercicio técnico, que incluía revisar los listados de candidatos a diputados, tanto en lista nacional como las distritales y, luego, crucé la variable de posibilidades reales de llegar al Congreso, con base a la historia electoral, dinámicas de campaña 2019 y promedio de encuestas serias[1].  El resultado me sorprendió, pues esperaba que la Alianza Criminal obtuviera mejores resultados (para ellos por supuesto).  Si bien quedaban –en mi proyección–, varios reelectos asociados a dicha Alianza y otros personajes no tan conocidos pero ligados a esa “entente” oscura, el Congreso que se avizoraba no era tan terrible como el actual, aunque la mejora fuera pírrica.  Pero el hallazgo más importante es que no tendrían mayoría, por lo menos, para las cuestiones más obtusas.  

A pesar de las movilizaciones previas de sus grupos de choque[2], a pesar de la utilización clientelar y descarada de los bonos y prebendas del Organismo Ejecutivo, con énfasis en los Ministerios de Agricultura y Desarrollo; a pesar de la correlación de fuerzas, obviamente favorable a ellos, y otros factores que presagiaban un mejor destino electorero; resulta que el Pacto de Corruptos, mutado a Alianza Criminal, no obtuvo los resultados planificados. La estrategia fue la de irse por varias fuerzas dispersas, que luego en el hemiciclo se unirían para votar como una sola fuerza, como lo hacen actualmente.

Todas las encuestas coincidieron en los resultados del primer y segundo lugar. Las dos sorpresas[3], se redujeron a la “prodigiosa subida” de Mulet al tercer lugar y el cuarto lugar del partido más a la izquierda del espectro político. El sistema se blinda previamente y ya he dicho hasta la saciedad, que los domingos electorales se vota, pero no se elige, esto lo hacen otros con antelación y como bien dijo Baldetti: “En cuartos de hotel alrededor de una cama”.

Pero ahora resulta que, de la resaca habitual en los días posteriores a las elecciones, pasamos a la denuncia encendida en patrio ardimiento, de un fraude electoral el día D.  Y fue paradójicamente, una de las “sorpresas” electorales, quien da la pauta inicial para la ola que levanta después la extrema derecha.  Aunque hubo rectificación, la ignición había sido dada y aprovechada.  Recientemente, la otra sorpresa (el tercer lugar), se suma al coro de Galdámez, Fratti, Falla, Méndez Ruiz y otros impresentables con el discurso soberanista, anti derechos, regresivo, fundamentalista y ultra montano.

No importa que uno trate de explicar que el sistema en sí, desde lo estructural, es fraudulento. Pocos escuchan o entienden que las prácticas fraudulentas son previas y se hacen para evitar el burdo fraude como se hacía durante la dictadura militar de 1954-1985. Pocos nos recordamos de los escandalosos fraudes que se hacían el día de las elecciones y por eso, muchos se ven seducidos por los cantos de sirena de quienes quieren regresarnos, no a 2014 como piensan muchos, sino a los tenebrosos años setenta.  ¿Hubo desaciertos, prácticas clientelares y una crasa y llana incompetencia el domingo 16 de junio de 2019? ¡Claro que la hubo!  Pero de eso, a tragarse el cuento de un burdo fraude al estilo del que los antecesores de la Alianza Criminal hacían, hay un trecho enorme.

A pesar de la precariedad del sistema que llamamos democrático desde 1984, se debe reconocer que hemos avanzado mucho.  La observación electoral real (antes era de mentiritas), la beligerancia de medios alternativos de verificación social, la masificación de la tecnología y la presencia cada vez mayor de las redes sociales; así como un sistema masivo de veeduría ciudadana, vía las juntas receptoras de votos, hacen prácticamente imposible un fraude, tal y como se conoció en los tiempos de dominio militar, en el que las élites económicas (las mismas que financiaban el proceso espurio) giraban instrucciones a la “clase política” y al ejército, para corregir, primitivamente, lo que los aparatos ideológicos del Estado y la represión, no habían podido “arreglar” en la antesala de los comicios.  

En mi anterior artículo, advertí la facilidad de manipulación de la población a partir de cuatro tristes pero innegables y contundentes factores, los cuales inciden juntos o por separado: Miseria, desnutrición, analfabetismo funcional y pendejez cuasi endémica; esta última, patéticamente ilustrada en las redes sociales.

¿Entonces nos debemos quedar callados ante el perverso sistema político? Es obvio que no, pero sea inteligente y no le haga el juego a la alianza Criminal y sus grupos paralelos. Propugnemos por un verdadero sistema de partidos políticos, por una nueva y reestructurada Ley Electoral y de Partidos Políticos (no parches), que extermine las prácticas fraudulentas y clientelares.  Modifiquemos el sistema patrimonialista de la política, promovamos una nueva Ley del Servicio Civil y procuremos reformas estructurales al Sistema de Justicia para encarcelar –de una vez por todas– a los diseñadores y perpetradores del asalto a las instituciones del Estado, tanto a sus autores intelectuales como a quienes lo operan.

Los alegatos chatos de fraude, no solo descalifican a los miles de ciudadanos voluntarios que participaron en el día D y que tendrían que haberse hecho de la vista gorda o estar en franco contubernio con ese “asalto”, sino que ponen en peligro el frágil y lento avance del sistema democrático, que ya se dijo, es profundamente imperfecto pero perfectible. Exijamos que las inconsistencias e incompetencia se corrijan, deduciendo las responsabilidades que correspondan.  Pero por favor, ¡no le haga el juego a los mismos de siempre! A menos claro está, que usted sea parte de ellos.

José Alfredo Calderón E.

Historiador y observador social


[1] Básicamente creo que las dos más confiables fueron las de Prodatos (PL) y CID-Gallup.

[2] Que análisis mecánicos habían reducido a las Ex PAC, pero que en realidad eran una masa amorfa, que de una u otra forma se ligaban a los sectores más oscuros del ejército.

[3] Sorpresas a medias para quienes observamos y monitoreamos de cerca el proceso actual y la historia electoral. 

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