La represión aumenta en Birmania tras las amenazas de la junta militar

Las fuerzas de seguridad de Birmania han intensificado la represión de las manifestaciones este martes, después de que los defensores de la depuesta líder Aung San Suu Kyi hayan vuelto a salir a las calles de las principales ciudades y se desatasen episodios de violencia en los que los agentes habrían utilizado pelotas de goma, cañones de agua, gases lacrimógenos e incluso fuego real.

El general al frente de la asonada, Min Aung Hlaing, prometió el lunes en su primer mensaje a la nación impulsar una «democracia auténtica y disciplinada», insistiendo en la tesis del fraude en las últimas elecciones y sin nombrar a la líder ‘de facto’ del Gobierno depuesto, imputada por la supuesta importación de ‘walkie talkies’.

  • La junta militar ha impuesto la ley marcial y ha prohibido las reuniones de más de cinco personas en diez zonas del país
  • las que más movilizaciones han registrado desde el pasado fin de semana, según el portal de noticias ‘The Irrawaddy’.
  • Las medidas, anunciadas entre el lunes y el martes, no han contenido sin embargo las protestas.

En la capital, Naipidó, las fuerzas de seguridad habrían reprimido duramente a las miles de personas que han vuelto a salir a la calle, incluso utilizando fuego real. Un médico citado por el servicio de noticias independiente ‘Myanmar Now’ ha asegurado que un hombre de 39 años y una mujer de 19 están en estado crítico tras ser tiroteados por los agentes.

Las escenas se han repetido en Mandalay, donde quienes protestaban contra la junta han sido reprimidos con cañones de agua y gases lacrimógenos, según informaciones recabadas por la agencia Bloomberg. Más de 50 personas han sido detenidas en Mandalay, informa ‘Myanmar Times’.

También se han registrado escenas de tensión en Rangún, primer foco de protestas y la principal ciudad del país, lo que evidenciaría el escaso calado que han tenido los últimos mensajes lanzados por la junta, que no ha dudado en recurrir a amenazas directas o veladas contra sus detractores.

«Pedimos a todo el mundo que coopere con nosotros por el bien del país», dijo Min Aung Hlaing durante su discurso, horas después de que el régimen avisara de que actuaría contra aquellas personas que puedan poner en peligro la estabilidad del Estado, la seguridad pública o el Estado de Derecho.

El líder de la junta esgrimió que el golpe era «inevitable» y aspira a que el país vuelva a la senda democrática «en un corto periodo de tiempo». El estado de emergencia decretado por las Fuerzas Armadas tiene, en principio, un año de vigencia.

Condena de la Onu

La ONU ha expresado en un comunicado su «rotunda preocupación» por los supuestos excesos de las autoridades, después de dar por sentado que «numerosos» manifestantes han resultado heridos, «algunos de ellos de gravedad», tras la intervención de las fuerzas de seguridad en distintos puntos de Birmania.

El coordinador de la ONU en el país asiático, Ola Almgren, ha instado a la Policía a «respetar los Derechos Humanos y las libertades fundamentales, entre ellos el derecho de reunión y la liberad de expresión«. «El uso de una fuerza desproporcionada contra los manifestantes es inaceptable», ha sentenciado.

Almgren ha emplazado a la junta militar a «respetar la voluntad del pueblo de Birmania y adherirse a las normas democráticas», lo que pasa por que «cualquier diferencia se resuelva mediante un diálogo pacífico», reza la nota publicada este martes.

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