La región de Washington DC es el nuevo semillero del coronavirus en Estados Unidos a pesar de las medidas de contención que se han implementado desde fines de marzo, pero el aumento de los casos no es necesariamente una mala señal, según los expertos.
Larry Hogan, el gobernador del estado de Maryland, lindero con la capital federal, advirtió a principios de abril que el corazón político del país sería «el próximo punto caliente» de la COVID-19, y estimó que el brote en el área estaba «unas dos semanas detrás de Nueva York», epicentro de la epidemia en la costa este.
Escuelas y negocios considerados no esenciales están cerrados desde hace varias semanas en la zona metropolitana de Washington DC, que incluye a suburbios en los estados vecinos Maryland y Virginia, pero las curvas de contagios, hospitalizaciones y muertes continuaron subiendo.
«Estamos en un área con una alta densidad de población y con muchos trabajadores esenciales que deben cumplir sus labores y que están expuestos al virus», dijo AFP Travis Gayles, jefe de servicios de salud en el condado de Montgomery, en Maryland, al norte de la capital.
Muchos de estos trabajadores esenciales (empleados de supermercados, policías, funcionarios municipales) integran las minorías negras e hispanas, más afectadas por el nuevo coronavirus que otros grupos étnicos.
«En estas comunidades no es raro que dos familias compartan un apartamento de dos dormitorios, y cuando un residente da positivo, el virus se propaga rápidamente y es mucho más difícil aislarlo», subrayó Gayles.
Las enfermedades como la hipertensión o la diabetes, factores agravantes de la COVID-19, y la falta de cobertura de seguridad social que caracterizan a estas comunidades pobres también aumentan el riesgo de complicaciones.
Washington DC, que tiene más de 5,300 contagios y 264 muertes en unos 700,000 habitantes, ha registrado un aumento de casos, principalmente transmisiones en hogares donde conviven varias generaciones, en dos vecindarios de la ciudad.
Otra preocupación son las residencias de ancianos, donde ya hubo 70 muertes entre los residentes y dos entre el personal en las últimas semanas.