Crispino Picón Rojas
Cómo no, chon!!!
(Dícese cuando alguien actúa sin vergüenza, con abuso, descaro, y sigue tan campante por la vida)
El final de la popular frase –de antaño, porque los patojos ya no la usan–, añade: Querés petate y colchón. Esto, por supuesto, encaja en política para aquellas personas soberbias, ambiciosas y que pasan sobre cualquiera para alcanzar sus objetivos. De plano, le aplica a las mil maravillas a La Doña, Sandra Torres, que se la pasa actuando con desfachatez, aunque hay que reconocerle que, una y otra vez, se salva como gato panza arriba, peleando y lanzando arañazos.
Su historia está llena de actitudes a las que aplica el ¡…como no, chon!, y si no, demos un vistazo. Primero, cuando quería ser primera dama y candidata presidencial de la UNE. Como no podía serlo por ser esposa del pobre presi Álvaro Colom, pues simplemente lo mando por un tubo y se divorció de él. Me caso con el pueblo, fue la explicación demagógica que dio, pero ni así pudo participar en las elecciones de 2011, porque las cortes le dijeron que tenía impedimento.
Pero como es perseverante –terca, dicen muchos de sus allegados, hoy alejados–, cuatro años después se lanzó de nuevo a la aventura política, para ver que sus posibilidades se diluían al perder en segunda vuelta con el cómico poco simpático de Jimmy Morales. Pero eso sí, desde entonces recibía dinero shuco para su campaña, pero soñaba con ser la primera mujer que ganaba la presidencia en Guate.
Ella creía que toda la estructura social que creó siendo Primera Dama, y manipulando a todo el gabinete de ministros de su ex, tenía asegurado el voto mayoritario. ¡Cómo no, chon!. Le salió el tiro por la culata, porque tenía más personas que la odiaban, que aquellos que la seguían. La historia se repitió cuatro años más tarde, cuando Alejandro Giammattei, la volvió a pencacear.
Para entonces ya había perdido tres vidas, pero seguía pataleando en la política criolla. La UNE seguía siendo un partido con montón de diputados y ella mantenía una cuota de poder en el Congreso, las cortes y el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Era y es, el claro ejemplo de los políticos chapines, más interesados en el poder y el dinero, que en hacerle bien al país.
¡Cómo no, chon!, a puro tubo quiere llegar a la guayaba y seguir mamando del Estado.
Lo que no le entra por la cabeza es que fue repudiada por un montón de gente, que votaron contra ella, más que a favorde Jimmy y Gimmittei –¿Por qué y quién le habrá puesto así al presi?–. Esta Doña, pierde vidas, pero vuelve a su caminar. La FECI, logró meterla al bote, pero ella con su tráfico de influencias, con la compra de jueces y magistrados, ha logrado salir y, sin tapujos, negociar para influir en la nueva Junta Directiva del Congreso.
IVé que de a sombrero!. Pero hay que reconocer que se sabe mover bien en el bajo mundo que se ha vuelto la política criolla. Negoció hasta con el mero mero de la Casa Presidencial. Gimmittei, siguió los consejos de su antecesor y no suelta para nada el control del Congreso, y para eso, ambos –el presi y La Doña–, saben que nadie mejor que Allan Rodríguez, un político obediente y no deliberante, que no se mueve para ningún lado que no sea el que le dicta su jefe desde el Palacio Nacional.
Pero hay que ver todo lo que quiere La Doña, para comprender que para ella es el: ¡Cómo no, chon. Querés petate y colchón?. Lo quiere todo. Salir libre de su clavo con la justicia, que su TSE –porque controla magistrados– le devuelva el control del partido y ser la reina del mambo en el Congreso, hasta el punto que los diputados rebeldes tengan que pedirle cacao o simplemente se vayan quedando como una bancada solitaria y sin poder real.
Se la juega ¡otra vez! No ha entendido que, ella y Roxana Baldetti, son las políticas más repudiadas del país.
Pero lo triste del caso, es que ha avanzado en su afán por conseguir petate y colchón, aunque sea haciendo las alianzas más turbias. Por ahora, ha conseguido que sus diputados tengan ingresos y cuota de poder en el Congreso. Espera que los jueces fallen pronto a su favor –para eso influyó en nombrar magistrados– y que sus propios magistrados le devuelvan el pleno control de la UNE. Nada mal… ¿cuántas vidas le quedan a esta gata de la política?