(Que se han dado color por largos… que están vigilados… que ya se sabe cómo son)
¿Los gobernantes?: ¡choteados!
¿Funcionarios?: ¡choteados!
¿Jueces y magistrados?: ¡choteados!
¿…y los diputados?: ¡choteados!
Así estamos hoy en día en Guatemala, pero en verdad eso no es malo, al contrario, es rebonito y rebueno –como diría aquella que les conté–, porque ahora todos los que lleguen o sigan en esos puestos, deben saber que están bajo la lupa de los guatemaltecos, que es la misma que usan, por ahora, Thelma Aldana e Iván Velázques, los Sherlock Holmes anticorrupción, que hacen temblar a los ladrones más fríos y calculadores.
Pero hoy no les voy a contar de todos los ¡choteados!, sino solamente los de la 9.ª avenida; es decir, nuestros malqueridos dipucacos. Algunos de estos suelen tomar vinitos en restaurantes y lugares del centro, pero los más sofisticados son asiduos clientes de los restaurantes más exclusivos de la zona 10.
Pues bien, entre estos, hay muchos que están verdaderamente arralados (con miedo, ahuevados, temerosos), porque ya se enteraron que sus nombres aparecen en una lista que ha ido construyendo el MP junto con CICIG, producto de escuchas telefónicas en las que han salido a relucir sus nombres. Hay otros que temen que se investigue lo de las plazas fantasmas, porque no ha sido suficiente que le pidan a Carlos Mencos –el Contralor que no controla– que se haga el loco, porque al fin y al cabo es otro que está ¡choteado!; y saben que el número de estas podría ser de más de 200, y creo que me quedo corto.
Eso sí, al que ya le dicen entre los ¡choteados!, el diputado malquerido, es a Pedro Muadi, al que señalan que por estar quedando bien con su asistente, se dio color y le descubrieron un pastel que puede llevar a otros dipucacos, que con el paso de los años han ido construyendo su pequeño harén de plazas fantasmas.
Según mi Red de meseros, entre los que hay algunos pasadores de café que trabajan en el Congreso, son muchos los rumores de que cualquier auditoría, aunque fuera mediocre, detectaría cosas terribles, porque no solo hay plazas fantasmas, sino muchos sobresueldos que aparentemente pagan a quienes sí trabajan, pero no reciben la totalidad por la que son contratados, porque una parte es para el parlamentario que los lleva.
Uno que ya está ¡choteado! con el tema es Arnoldo Medrano hijo, porque si le cuentan las costillas… ¡upsss!; mejor dicho, si le cuentan las plazas fantasmas que ha tenido a lo largo de los años, cualquiera se iría de espaldas, y hasta Muadi se quedaría chiquito.
Otro caso que ha puesto a temblar a muchos es el del ¡choteado! de Mario Estrada, porque el problema es que son muchos los diputados que no soportarían una investigación sobre su creciente fortuna, ya que casi todos llegaron al Congreso con una mano adelante y con otra atrás; sin embargo, ahora son poseedores de empresas constructoras, tienen varias casas, disponen de autos dignos de grandes empresarios, y cada cuatro años su cuenta de cheques sube y sube.
Esa es la razón por la que hay tanto afán de reelegirse; también explica el tema del transfuguismo, porque resulta que cuando las bancadas negocian sus votos para ciertas leyes, lo hacen en paquete y se puede tener mejores resultados económicos.
Y qué decir de otros ¡choteados!, especialmente Jaime Martínez Lohayza y Manuel Barquín, ambos de Líder aún, quienes son señalados de lavado de dinero. Ese delito también les preocupa a otros parlamentarios, porque saben que si ven cómo han acumulado sus fortunas, encontrarán que el dinero recibido pasó por el respectivo blanqueo.
Uno de los más ¡choteados! es Gudy Rivera, el otrora poderoso diputado exoficialista, a quien le bastaba una llamada telefónica para hacer transas de todo tipo, pero especialmente políticas y de platita. Este tampoco les simpatiza a otros dipucacos, porque piensan que sus malas prácticas descubiertas, pueden dar listón para que el MP o la CICIG metan más sus manos en el Congreso.
Lo malo de todo esto es que los parlamentarios reelectos han empezado a acercarse a los nuevos que llegarán en el 2016, con el fin de que cierren filas y que no se cambie, para nada las prácticas $$$eficientes$$$, que tanto les ha costado construir.
Finalmente, los otros que están muy nerviosos son el presidente Luis Rabbé y los últimos expresidentes -entre los que ¡otra vez! aparece Gudy Rivera-, porque temen quedar en la larga lista de ¡choteados!, ya que ellos son los responsables de aprobar las plazas fantasmas, las plazas de dinero-compartido (trabajador-diputado), y las famosas cajas chicas, que permiten que miles de quetzales vayan a parar a cuentas de los más hábiles parlamentarios.
¡Choteados! están muchos diputados, pero algunos aún se encuentran escondidos entre las sombras de la impunidad im-perante en el Legislativo.