A solo 48 horas de su esperada subasta el jueves en Francia, la pintura «Judith y Holofernes», atribuida a Caravaggio fue vendida por un monto desconocido a un comprador extranjero, anunció el martes la casa de remates Marc Labarbe.
La tela, «de un valor estimado entre 100 y 150 millones de euros» (entre 113 y 148 millones de dólares) y que data de 1607, «abandonará el territorio francés», subrayó en un comunicado Labarbe, con sede en Toulouse, en el sudeste de Francia.
«La venta está protegida por un acuerdo de confidencialidad en lo que concierne al precio y a la identidad del comprador», precisó la casa Labarbe, que descubrió el lienzo en un desván en Francia en 2014.
«Recibimos una oferta que teníamos que transmitir a los dueños de la pintura. El hecho de que la oferta venga de un coleccionista cercano a un gran museo convenció al vendedor de aceptarla», señaló en un comunicado el experto en arte Eric Turquin, que examinó la obra unos días después del hallazgo.
El lienzo de un tamaño de 144 x 173 cm, que muestra a Judith decapitando a Holofernes, «será restaurado y luego exhibido en un gran museo», con lo cual estará «a la vista de todos», algo que también convenció al vendedor, aseguró la casa Labarbe.
Controvertida autenticidad
Esta venta sorpresa pone fin en lo inmediato al debate sobre la autenticidad de la obra, cuyo precio inicial de subasta había sido fijado en 30 millones de euros.
Tras su descubrimiento, El Estado francés la consideró «tesoro nacional», impidiendo, hasta noviembre de 2018, su venta al extranjero. Pero la falta de certeza sobre su autenticidad y su valor terminaron influyendo en su decisión de no presentarse como comprador.
Por ello, el mercado del arte esperaba con ansiedad la subasta, que debería haber alcanzado hasta los 150 millones de euros.
Hasta aquí se conocen solo 65 obras de Caravaggio, que no firmaba sus telas.
Según Eric Turquin, se trata de un Caravaggio de alta factura e incluso revolucionario, tanto por la vivacidad del trazo del pincel como por la profundidad de campo.
Un experto mundialmente reconocido del maestro italiano, Nicola Spinosa, afirmó en 2016 que también veía «un Caravaggio auténtico».
Origen desconocido
Pero otros conocedores atribuyen la obra a Louis Finson, pintor flamenco, contemporáneo de Caravaggio y que lo copió muchas veces.
Otro «Judith y Holofernes», de 1598, creado por el italiano, es muy diferente al lienzo hallado en Toulouse. Expuesto en el Palacio Barberini de Roma, en este cuadro se representa a Judith como una joven de bellas facciones, vestida con atuendos claros y que encara la decapitación con aplomo.
El tipo de preparación, las incisiones, las sombras son características del italiano. Pero es posible que el óleo fuera corregido por Finson tras la huida precipitada de Caravaggio a Malta. Y es que algunos detalles como las arrugas muy juntas en la frente de la sirvienta no corresponden al estilo del maestro del claroscuro.
En todo caso, la pintura tiene una historia rocambolesca estuvo aparentemente olvidada en una buhardilla durante más de 100 años hasta su hallazgo.
Podría haber sido llevada a Francia desde Italia por un oficial de una expedición napoleónica, ancestro de la vieja familia de Toulouse donde apareció. Sin embargo, se trata de una hipótesis.
En plena «Caravaggiomanía» en el mundo del arte desde hace una década, la obra fue expuesta en Londres, Nueva York y París, antes de regresar a Toulouse.