Con una trayectoria decadente desde hace varias décadas, la industria del cine egipcio, considerada en el pasado el «Hollywood del mundo árabe», sufrió un nuevo revés con la pandemia del nuevo coronavirus que dejó sus salas desiertas.
De Damasco a Bagdad, pasando por Argel, el cine egipcio maravilló e influenció durante décadas el mundo árabe.
A mediados del siglo pasado, vivió su particular edad de oro con la aparición de artistas de renombre internacional, como los actores egipcios Gamil Ratib y Omar Sharif o el director Youssef Shahin.
Pero esta industria empezó a decaer a partir de los años 1970 con la retirada de las subvenciones estatales y la producción de películas comerciales de menor calidad.
El público también empezó a desertar de las salas de cine en Egipto con el periodo de inestabilidad en el que se instaló el país tras las primaveras árabes en 2011 y la caída del presidente Hosni Mubarak.
No obstante, los profesionales del sector consideran que la crisis sanitaria tendrá unas repercusiones inéditas.
«Este año estará marcado por las grandes pérdidas de la industria del cine egipcio», asegura a la AFP el actor Sherif Ramzy.
Las salas de cine, que cerraron en marzo con el estallido de la pandemia del covid-19, volvieron a abrir progresivamente en el verano boreal, aunque deben respetar un límite del 25% del aforo fijado por el gobierno.
Las novedades en la cartelera destacan por su ausencia, ya que muchos de los rodajes se retrasaron con el confinamiento.
Parón
«La industria está completamente parada desde hace unos cuatro meses», explica Ramzy, quien considera que la reapertura parcial de las salas no fue suficiente para «relanzar la máquina».
Una única película salió en el verano durante la celebración del Aid al Adha, mientras que en un año normal solían llegar a la cartelera seis o siete filmes durante este periodo.
En Egipto se detectaron cerca de 100.000 casos del nuevo coronavirus, según los datos oficiales, y los expertos sanitarios temen que se produzca una segunda ola epidémica en este país con 100 millones de habitantes.
Varias personalidades egipcias, incluidos algunos actores conocidos, dieron positivo por coronavirus después de rodar las tradicionales series del ramadán en abril.
En julio, la actriz Ragaa al Guiddawi falleció a los 81 años como consecuencia del covid-19.
Los platós de rodaje, que pueden albergar a más de un centenar de personas, se han vaciado parcialmente. Las maquilladoras o encargados del vestuario, obligados a mantener contacto físico, no pudieron continuar su actividad.
Según el Centro Egipcio de Estudios Económicos (ECES), el sector emplea al menos a medio millón de personas, el 40% de las cuales de forma permanente.
«Hemos pagado al personal durante meses y no tuvimos ingresos», afirma Ramzy, que dirige una empresa de producción.
Los ingresos del sector alcanzaron los 60 millones de euros (71 millones de dólares) por 33 películas el año pasado, según el ECES.
Pese a la crisis, el cine egipcio sigue siendo líder en el mundo árabe «en cuanto a ingresos», según la misma fuente.
«La previsión para 2020 es muy inferior», lamenta el productor Mohamed Hefzy. «Vamos a tener que esperar a que vuelva la normalidad, quizá el año que viene», declaró a la AFP.
Plataformas en línea
En todo el mundo, el confinamiento ha obligado a los cinéfilos a recurrir a los servicios en línea.
En Egipto, la mayoría de ellos optaron por la aplicación Watch iT, lanzada el año pasado.
En marzo «el servicio experimentó un fuerte aumento en las suscripciones con un 30% más de usuarios diarios», explica a la AFP Mustafá Bekheet, uno de los directivos de Watch iT, quien menciona una subida de usuarios de «más del 89%» durante el Ramadán.
Durante el mes de ayuno musulmán, el servicio, que ya posee los derechos de más de 65.000 horas de contenido en línea, ha adquirido nuevos derechos, sobre todo para series de televisión.
Según Hefzy, la transición hacia las plataformas en línea es «una evolución natural, que el covid-19 ha acentuado».
Estas plataformas cubren las pérdidas para los productores durante la pandemia, añade, aunque reconoce que «no pueden reemplazar a las salas de cine».
«La experiencia del cine sigue siendo única e importante y debe ser preservada», dice.