El enviado especial de Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, resaltó que «la tragedia siria pasará a la Historia como uno de los capítulos más oscuros» y pidió aprovechar la «oportunidad» que genera la «calma relativa» en el conflicto para impulsar los esfuerzos hacia una solución política a la guerra.
Pedersen, que ha incidido en que «el pueblo sirio está entre las mayores víctimas de este siglo», ha recordado que la guerra, que ha cumplido ya diez años, «ha durado lo mismo que la Primera y la Segunda Guerra Mundial». «El pueblo sirio debe sentirse atrapado en un conflicto interminable», ha lamentado.
«He reflexionado, como muchos otros, sobre dónde estamos tras diez años de conflicto y sobre el hecho de que no hayamos sido capaces de mediar para ponerle fin», manifestó, antes de añadir que «lamenta profundamente» esta incapacidad, debido a que «el pueblo sirio merece algo mejor».
Así, ha resaltado que «desde hace una década, los sirios han sufrido una violencia e indignidades inimaginables» y ha agregado que «hombres, mujeres y niños sirios de todas las zonas y todos los contextos han hecho frente a estos tiempos preocupantes». «Sus preocupaciones y los horrores que han sufrido son innegables», apuntó.
Sin embargo, ha resaltado que «ante este contexto muy desalentador» sigue creyendo que «hay un camino mediado para salir del conflicto». «Nos acercamos al primer aniversario desde el inicio del cese de hostilidades en el noroeste de Siria y en la actualidad existe lo que llamo una calma relativa», dijo..
«Por supuesto, comparado con casi cualquier otro lugar del planeta, ha sido un periodo tremendamente violento», ha reconocido, al tiempo que ha alertado de que esta «calma relativa» podría «descoserse», motivo por el que ha abogado que «existe la necesidad de consolidar esta frágil calma y avanzar hacia un alto el fuego a nivel nacional».
Pedersen ha puntualizado además que «otro peligro para Siria» es «que no sea vea un colapso, sino un estancamiento prolongado en el que el pueblo sirio estaría en riesgo de soportar otra década de desesperación y desaliento».
«Todos sabemos que no hay solución militar a este conflicto y creo que ahora todos los interlocutores clave entienden que ningún actor o grupo de autores pueden imponer su voluntad en Siria o resolver el conflicto por sí mismos», valoró.
De esta forma, ha hecho hincapié en que «hay un camino hacia adelante» y ha apostado por «encontrar otro camino al síndrome del ‘tú primero’, que ha dominado gran parte de la diplomacia sobre Siria durante la última década». «Ahora hay demandas de todas las partes, pero poco movimiento por parte de cualquiera de ellas, lo que supone una dinámica que hay que cambiar», explicó.
«Es necesario identificar con realismo y precisión y aplicar pasos paralelos, mutuos y recíprocos por parte de los actores sirios e internacionales», ha dicho, antes de pedir que todos ellos «estén preparados para identificar no sólo lo que esperan lograr desde un punto de vista realista, sino lo que pueden poner sobre la mesa».
Por ello, ha abogado por mantener la «diplomacia tranquila» y ha abierto la puerta a «intentar poner en marcha un nuevo formato internacional como foro para las discusiones y la cooperación necesaria», al tiempo que ha incidido en la necesidad de «no perder de vista la importancia fundamental de una resolución pacífica al conflicto en Siria». «DAÑO MASIVO A MUJERES Y NIÑAS»
Por otra parte, el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) ha resaltado que los diez años de guerra en Siria han causado un «daño masivo a mujeres y niñas» y ha recordado que cerca de la mitad de la población del país se ha visto desplazada a causa del conflicto.
«Para muchas niñas y mujeres jóvenes como yo, estoy es todo lo que hemos conocido«, dijo Samia, en declaraciones concedidas hace un año y medio al organismo, cuando tenía 17 años y tras varios viviendo como refugiada. Desde entonces ha sufrido matrimonio infantil, un intento de agresión sexual y violencia familiar.
Los datos del programa de UNFPA revelan que el riesgo de violencia de género ha aumentado de forma significativa durante los últimos años, lo que «lleva a muchos a temer que esta violencia se haya normalizado», con la violencia y el trauma como algo «demasiado común» entre mujeres y niñas en Siria.
«La violencia tiene lugar en todas partes y definitivamente ha empeorado», ha dicho Lamia, una adolescente de Ghuta Oriental. Los diez años de guerra y crisis económica han aumentado la vulnerabilidad de mujeres y niñas, mientras que las tasas de matrimonio infantil se han disparado.
Mariam, una niña de 16 años de Alepo, ha relatado que «la vida se ha convertido rápidamente en una prisión a cielo abierto tras la guerra». «De pronto se nos dijo que no teníamos que salir de casa porque podrían acosarnos, violarnos o secuestrarnos. Me dijeron que casarme era la única vía a la seguridad, pero no quiero casarme porque no estoy preparada», añadió.
Por otra parte, UNFPA ha sostenido que el acceso a la educación y la atención sanitaria no están disponibles para toda la población y añadió que cerca de medio millón de mujeres están embarazadas y necesitan recibir atención médica.
El organismo ha destacado que en 2020 dio ayuda a nivel de salud sexual y reproductiva a cerca de dos millones de personas, mientras que apoya 112 «lugares seguros» para mujeres y niñas, 17 centros juveniles, 33 clínicas obstétricas de emergencia, 113 centros de salud primaria y 125 clínicas móviles en la región.
Sin embargo, ha incidido en que estos esfuerzos requieren del apoyo de la comunidad internacional, especialmente ante el empeoramiento de la situación a causa de la pandemia de coronavirus y el empeoramiento de la crisis económica a causa del hundimiento de la moneda nacional.
«Como todas las niñas de Siria, vivo una infancia difícil», ha afirmado Bana, de doce años y residente en el noroeste de Siria. «Me gustaría aprender para hacer que mi futuro sea brillante. Espero que esta guerra termine pronto para poder volver de forma segura a mi casa con mi familia. Estoy segura de que es el sueño de todas las niñas de aquí«, puntualizó.