La Pulga acumuló su cuarta final perdida y continúa sumando malos resultados con la camiseta de la selección argentina
La carrera de Lionel Messi, hasta el momento, se divide por lo hecho en Europa y por lo realizado de este lado del Océano Atlántico. En el Viejo Continente, con la camiseta de Barcelona, gana títulos con una frecuencia que asusta y es ídolo indiscutido; en Sudamérica, en tanto, sigue acumulando fracasos individuales y colectivos con la selección nacional, incrementando el peso de una mochila de presión cada vez más cargada.
En el debut de la Copa América, la Pulga se ausentó por problemas físicos, que recién le permitieron aparecer unos minutos ante Panamá y Bolivia (fase de grupos), duelos en los que fue determinante. También fue decisivo en cuartos de final frente a Venezuela y en semifinales ante Estados Unidos, hecho que hacía presumir que en esta ocasión se iba a romper el maleficio.
Sin embargo, el mejor jugador del mundo sigue sin poder coronarse en la selección mayor: luego de concretar una buena tarea en los 90 minutos y en el tiempo regular ante Chile, donde fue uno de los pocos jugadores de La Albiceleste que intentó llevar peligro al arco custodiado por Claudio Bravo, en la definición por penales no estuvo fino y falló cuando le tocó ejecutar desde los doce pasos
Luego de la definición desde los once metros, el capitán de Argentina mostró su decepción al sentarse en el banco de los suplentes y derramar algunas lágrimas. Ni la barba (se la dejó crecer por cábala) pudo destruir la anemia de títulos que lleva con la mayor, considerando que perdió la Copa América 2007 (3-0 ante Brasil en la final), el Mundial de 2014 (ante Alemania, con poca participación), en la Copa América 2015 (con Chile y también con pobre rendimiento) y en la Centenario.