Fieles privados de las misas, un papa que se expresa por video, funerales y bodas restringidas: los católicos se ajustan a las medidas impuestas contra el nuevo coronavirus en Italia, donde las reuniones públicas están prohibidas.
Para mostrar la solidaridad de la Iglesia, el papa Francisco pidió el martes a los sacerdotes «tener el valor de salir e ir a visitar a los enfermos» y «acompañar al personal médico y a los voluntarios» en un país donde la epidemia deja ya 631 muertos, según el último balance.
El gobierno italiano incluyó las misas, los matrimonios y los funerales entre las reuniones prohibidas, una medida «fuertemente restrictiva cuya aceptación acarrea sufrimientos y dificultades» para los sacerdotes y los fieles, lamentó en su página web la Conferencia Episcopal italiana.
La decisión es especialmente simbólica en Italia, donde una inmensa mayoría de la población se considera católica.
A juzgar por el letrero en la puerta de la catedral San Andrés en Portogruaro, en Véneto (noreste), las prohibiciones son respetadas. A falta de misas hasta el 3 de abril, los fieles están llamados a «dedicar un tiempo razonable a la oración y a la meditación», siguiendo los oficios transmitidos por la televisión y la radio.
Las inhumaciones de los difuntos no se detendrán, los sacerdotes seguirán asegurando «la bendición del cuerpo en el cementerio», pero «en la más estricta intimidad» y «sin celebración de misa u otra liturgia», se lee.
Por ignorar la prohibición y haber seguido a un cortejo funerario en una pequeña ciudad, unos 50 sicilianos fueron multados.
«Se reza solo»
En San Andrés en Portogruaro, se vació la pila de agua bendita para evitar cualquier contagio entre los fieles que siguieran mojándose los dedos para hacer la señal de la cruz.
Sin embargo, en el interior hay una decena de fieles, entre ellos un hombre con una máscara, que acuden a escuchar a través de los altoparlantes al padre Giuseppe Grillo que celebra la misa desde la sacristía. Al final, otro sacerdote da la comunión, evitando cuidadosamente poner la hostia directamente en la boca de los fieles.
«Hay que evitar las reuniones. Pero la catedral es lo suficientemente grande para que podamos celebrar este tipo de misas garantizando que las personas estén separadas al menos un metro», explicó el padre Grillo.
«Celebramos una misa al día, dentro de la sacristía, nada más, ni siquiera el funeral. He cancelado tres bautizos. Los matrimonios serán en mayo, dependiendo de la situación», agregó.
Una fiel, Beatrice Francescato, asegura: Para ser honesta, en este momento, casi se olvidaría de rezar. No hay misa los domingos, no hay ceremonias en la semana. Se reza solo en casa. Es una situación muy desagradable».
«Seguimos orando a la Virgen María, esperando que nos ayude porque el mundo atraviesa un momento difícil», dice otra parroquiana, Mariagrazia Mazzarotto.
El miércoles, el Papa celebró su tradicional audiencia semanal, pero por vídeo difundido en Internet desde su biblioteca, rodeado de otros diez prelados que resumían en otros idiomas su catequesis. Su «papamóvil» permaneció en el estacionamiento y la plaza de San Pedro estaba vacía sin retransmisión en pantallas gigantes.
Los fieles católicos podrán entrar en la basílica de San Pedro para rezar, pero los turistas y sus guías encontrarán las puertas cerradas hasta el 3 de abril, «para evitar la propagación del coronavirus», explicó la Santa Sede.
El Vaticano también anunció el cierre de su comedor reservado a los empleados locales, estableciendo en su lugar un servicio de reparto de comida a las diferentes instituciones afectadas por esta medida.