La Iglesia de la Amazonía a favor de un rol oficial para las mujeres

La hermana Alba bautiza niños y celebra muchos matrimonios en la selva amazónica por falta de sacerdotes. Pero no es suficiente. Por ello los obispos de la Amazonía, reunidos en el Vaticano desde el domingo, piden un rol oficial para las laicas.

Los defensores de la tradición se han alzado contra la ordenación de mujeres sacerdotes, una idea que también el papa rechaza y que no figura en la agenda. 

Lo que desea la mayoría de los obispos de la región amazónica, todos presentes en la sala del Sínodo, es la creación de «ministerios (funciones) laicos» para las mujeres que viven en la selva debido a la escasez de sacerdotes, los únicos que pueden consagrar la hostia y dar la absolución.

Se trataría de reconocer en forma oficial lo que ya sucede en muchas comunidades de la Amazonía.

«La presencia de mujeres en la selva amazónica es extremadamente importante», confirma la misionera colombiana Alba Teresa Cediel Castillo, una de las 35 mujeres invitadas al sínodo junto con 184 obispos. 

«Hay muy pocos sacerdotes, las distancias geográficas son inmensas y muchos se tienen que mover sin cesar. Nosotras en cambio somos una presencia constante y ayudamos a desarrollar proyectos», contó la misionera de la congregación Madre Laura Montoya, fundada por la homónima santa colombiana, llamada la madre de los indios de América.

La misionera conoce la dura realidad de esos pueblos, que conviven con la violencia, el narcotráfico, la prostitución y la explotación de la tierra.

Mujeres diácono en la selva

«Hago todo lo que una misionera puede hacer: comenzando con el bautismo de los niños cuando el sacerdote no está presente, también puedo celebrar una boda y escuchar confesiones, incluso si no tengo derecho a absolver a estas personas», contó con orgullo. 

«Dos tercios de las comunidades indígenas sin sacerdotes son guiadas por mujeres, no todas monjas», subrayó por su parte el obispo Erwin Kräutler, misionero austriaco que vive desde hace tres décadas en Brasil y obispo emérito en Xingú.

«Para mí, no hay razón para que las mujeres no puedan ser ordenadas sacerdotes», confesó al margen el obispo emérito, una batalla que será larga y que puede comenzar con la posibilidad de que la mujer laica pueda ser «diácono».

En 2016, el papa Francisco creó un grupo de estudio para examinar el papel de las mujeres diáconos en los primeros días del cristianismo, el cual no ha podido elaborar un informe por mantener opiniones diferentes.

Los diáconos en la Iglesia tienen una función inferior dentro de la jerarquía, pueden pronunciar el sermón en la misa, celebrar bautizos, bodas y funerales. 

Lo que no pueden es celebrar la misa o dar la absolución después de una confesión, funciones propias de los sacerdotes. 

Es considerado un paso hacia el sacerdocio, pero el Concilio Vaticano II (1962-1965), que modernizó a la Iglesia, introdujo la posibilidad de que sea permanente, accesible a los hombres casados, que a menudo alivian la falta de sacerdotes. 

El obispo Wilmar Santin, quien vivió durante nueve años con los indígenas Munduruku, una comunidad de 11 mil personas repartidas en 175 mil km2 en el sureste del estado brasileño de Pará, ha creado 48 «ministros de la Palabra», incluidas 9 mujeres laicas, que hablan del Evangelio en el idioma local. 

Una respuesta a las poderosas Iglesias evangélicas y pentecostales en Brasil, las cuales han crecido en forma exponencial en los últimos años en detrimento del catolicismo.

Las visitas de los sacerdotes son tan raras en algunas zonas de la Amazonía que las hostias consagradas se destruyen por la humedad y los insectos, cuenta el religioso.

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